La reivindicación de los derechos de las personas mayores vive su momento álgido, ante la vulneración sufrida con motivo de la pandemia de la Covid-19. Es necesario que se reconozcan sus derechos, su autonomía y se huya del afán únicamente proteccionista.
Una declaración de principios e intenciones es imprescindible. Esto es lo que conocemos como manifiesto, un documento en el que una persona, gobierno u organización expone, en líneas generales, sus intenciones, motivaciones o puntos de vista. Un programa máximo.
Voy a tratar de plantear en un texto corto, como el de este blog, una declaración de esas características y relativa a los principios motores que, en mi opinión, deben guiar la Silver Economy:
1. Hablar de envejecimiento es hablar de algo positivo. Es un logro histórico de la humanidad. Vivir más años, mejor, con mayor calidad de vida.
Insinuar, proyectar, denotar al comunicar que el envejecimiento es una carga supone preferir que no existiera, ergo que muriésemos antes. La comunicación empresarial debe proyectar y comunicar que el envejecimiento es, en sí mismo, positivo, porque las alternativas son peores. Siempre.
Hay que repetir hasta la afonía que la madurez es la plenitud de la vida y, si acompaña la salud, como suele por cierto, hasta los ochenta y tantos, se puede disfrutar de lo logrado. Si la juventud era el “espero que”, la madurez, ser mayor, es cuando decimos “aquí y ahora”. Disfrutar por disfrutar. Buscar la felicidad y la satisfacción con la vida de uno mismo: es un éxito haber llegado hasta aquí, y es un éxito disfrutar del camino pendiente; en eso consiste el envejecimiento activo. Y este debe ser un mantra de la Silver Economy.
2. Todos tenemos derecho a un envejecimiento digno. Todas las personas merecen respeto. Si además de persona, se es merecedor del adjetivo “mayor”, aún más. Bagaje, historia, patrimonio y acervo. La edad provecta, de quien está en la madurez. Todo ello hace a la persona acreedora, merecedora de respeto y reconocimiento, de ayuda y de cariño, precisamente cuando, a veces, con suerte, se llega a un momento en que el cuerpo no es el que fue y se necesita, en la fragilidad, ayuda y apoyo, cuidados y caricias.
3. No hay viejos o viejas. A lo mejor es un abuso del lenguaje políticamente correcto, del que estamos (o estoy) tan cansado, pero lo cierto es que viejo se asocia a una decadencia física o psíquica que muchas veces, felizmente, no acompaña al hecho biológico de tener mucha edad. Sin caer en la cursilería (“adultos mayores”, en mi opinión es cursimente redundante, por ejemplo, condescendiente), debemos evitar indicar una relación causa-efecto entre ser mayor e inservible o estar a punto de serlo. No es así, pues precisamente en Silver Economy trabajamos con la idea de que el mayor es útil y servible, precisamente a consecuencia de la seniority, del sentido común entrenado y la mochila de recursos que da la vida.
4. No hay un segmento sénior. Me bato el cobre cada día para convencer, sin éxito, de que es un error hablar de “segmento silver” o “segmento sénior”. Hay mayores ricos, y pobres. Viajeros y sedentarios. Que saborean una o varias copas de buen vino y abstemios. Los hay de sesenta años y los hay centenarios. La Silver Economy nos indica que hay que focalizar en esos (nota el plural) segmentos y colectivos, pero no es un único segmento. La edad, para bien y para mal, no iguala. Aunque en campañas y momentos diversos de la gestión económica y/o empresarial, se pueda buscar el mínimo común denominador.
5. Ganar dinero atendiendo a los mayores, es positivo. Será necesario positivizar que es ético ganar dinero ayudando a las personas cuando lo necesitan. Dirán, culpabilizando, “ganan dinero cuidando de los mayores, qué vergüenza”. Nada de vergüenza: es digno ayudar a los demás, es digno dar (vender) a los demás lo que necesitan y es dignísimo ganarse la vida y ganar dinero haciendo las cosas bien, mejorando la calidad de vida de las personas mayores y sus familias. Dando amparo, tranquilidad, gestionando la confianza y dignificando la gestión de la fragilidad dependiente de los que han tenido suerte de llegar a muy mayores.
El impacto social de la actividad económica en Silver Economy nos debe hacer sentir un lógico orgullo.
6. La vida es tiempo. ¿Cuántos años tienes? En el fondo, hablar de Silver Economy es hablar de tiempo. Es una economía asociada al tiempo. Estamos acostumbrados a contestar a la pregunta “¿cuántos años tienes?” mirando hacia atrás.
En Silver Economy sabemos que hay un momento incierto en la vida, que en cada persona llegará según sus circunstancias. A esa pregunta se debiera contestar: no lo sé, los que me queden por vivir, que espero que sean plenos, en la medida de lo posible. Es la base del envejecimiento activo y positivo. El aquí y ahora que decíamos antes. ¿Quién sabe cuántos años tiene?, ¿quién sabe que le queda por delante?
En Silver Economy hay, en general (incluso en la parte menos cool o glamurosa de vender cuidados o gestionar la dependencia, pongamos por caso) una visión positiva que indica que todos necesitamos aprovechar el tiempo incierto que nos queda.
7. La importancia de la planificación. Vivir más años exige planificar cómo envejecer. Sin obsesionarse, porque el futuro no existe, es incierto, hay que planificar escenarios.
Cuándo alguien se jubilaba en los años 80, tenía en promedio cerca de diez años por delante. Hoy son más de 20. Con pensiones que menguarán por mor de la longevidad y la inversión de la pirámide demográfica. En la nueva vida de cerca de cien años, es necesario planificar, no sólo a nivel patrimonial, sino en todos los órdenes: vivienda, cuidados, familia. Prever. Planificar. Organizar anticipadamente el plan para desarrollar con la mayor plenitud una vida más larga, para que no haya sobresaltos económicos, ni en ningún orden.
El sistema de pensiones tiene un futuro incierto. Si bien tenemos asegurada nuestra pensión (en España, en Portugal, sin duda, pero con matices y previsiones inciertas), es necesario planificar el futuro financiero. Del mismo modo que es necesario planificar escenarios en lo concerniente al sistema de salud y de cuidados, con seguros de salud y/o seguros de dependencia, porque, si hay suerte, necesitaremos ayudas diversas en los últimos años.
8. Personas que cuidan personas con la ayuda de la tecnología. La evolución social futura pende de un hilo: el incremento de productividad vía la tecnología. Ha de permitir producir bienes y servicios más baratos para que consumidores empobrecidos en una sociedad dual y envejecida puedan pagarlos.
La soledad, la fragilidad del cuerpo, la telemedicina asociada y tantos otros efectos del envejecimiento se verán atenuados con la tecnología correcta. Si no hay tecnología, la asistencia social será poesía, un imposible. Telemática. Domótica. Big Data. Realidades virtuales, realidades reales, digitales. Y físicas. Todas, equilibradas, son necesarias para dar lo mejor a las personas cuando más frágiles son.
Como hemos explicado en otros artículos, el futuro de la sociedad y, por supuesto, de la Silver Economy pasa por:
La domótica: hogares inteligentes para personas que quieren vivir en su domicilio cuánto más tiempo mejor, hasta el final si es posible.
Big data: será un aliado para vivir mejor, porque permitirá predecir y prever sucesos de salud y gestionar los servicios sociales y de salud. La inteligencia artificial ayudará sobre manera a gestionar de forma personalizada los cuidados.
La telemedicina es, hoy, una incipiente realidad a punto de eclosionar.
La teleasistencia del botón rojo es pasado y llegan soluciones poderosas contra la soledad, asistentes y robots que ayudarán al cuidador a dar el mimo que los mayores necesitan.
9. La Silver Economy debe promover una relación económica basada en la persona, centrada en el individuo, como profundizaré en mi siguiente artículo de este blog. Debe permitir ganar dinero, como decía, porque se ofrece un servicio que da al receptor más de lo que necesita.
10. El modelo de atención y relación con el cliente mayor se caracteriza por los siguientes puntos clave:
Tiene que ser proactivo, para desarrollar iniciativas y capacidades para anticiparse a problemas o necesidades futuras a través de tecnología, como decía en el punto anterior.
Tiene que ser preventivo. Adelantarse a peligros o males probables usando la estadística para, centrados en las necesidades de cada mayor, poder ofrecer productos y servicios adecuados a las necesidades específicas.
Tiene que ser ubicuo y omnicanal. Cada vez más los mayores y sus familias requieren servicios que sean físicos, pero también digitales, y que provean de comodidades, facilidades, placer cuando sea posible y disfrute de los servicios en todo tipo de pantallas, además de un contacto físico basado en el cariño, la ternura que todos necesitamos y el refuerzo positivo.
Tiene que ser social: la soledad es otra pandemia. Es necesario abordar, afrontar, enfrentar la soledad y no puedo terminar este manifiesto sin proclamar la centralidad de la lucha contra la soledad y el aislamiento (en estos tiempos de confinamiento, la tecnología será una ayuda) con todo tipo de herramientas, tecnologías y formas de trabajo. Somos sociales desde que nacemos hasta que nos vamos, y es fundamental contemplar la socialización como parte esencial del humano, especialmente cuando somos mayores.
Centrados en la dignidad y la ética, tendremos más éxito en nuestros proyectos Silver. Es necesario centrarse en el cariño que todos los clientes necesitan. También cuando son o somos mayores; puede que más (si hay fragilidad), nunca menos.