Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de la mitad de los adultos no realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios para su salud. El sedentarismo y la inactividad física se están convirtiendo en una epidemia de grandes dimensiones, también en la población adulta española. Son muchos los factores que están favoreciendo esta situación, y tienen que ver con un modelo de vida cada vez más automatizado, dependiente del transporte motorizado, unos horarios laborales extensos, hábitos de consumo ligados al ocio más contemplativo y entre otros factores, la limitación de espacios idóneos incluso para pasear que no favorecen que nos esforcemos físicamente cada día.
Se habla de que hay una epidemia de fatiga. El sedentarismo y la inactividad física se asocian con muchas enfermedades. Una reciente investigación española ha demostrado que las personas de más de 65 años que pasan mucho tiempo sentados tienen un mayor riesgo de morir por causas cardiovasculares. Este equipo de investigación de la Universidad Autónoma de Madrid ya había comprobado en proyectos anteriores que el sedentarismo se asocia con factores de riesgo cardiovascular también en niños y adolescentes, incluso con su rendimiento académico. Estas investigaciones y otras muchas que apuntan en la misma dirección se han analizado en un informe de la Fundación España Activa. Y todos insisten que hay que provocar un cambio en los estilos de vida de todos los segmentos de la población.
Actividad física y deporte
No siempre que hablamos de actividad física hablamos de deporte. Con palabras de la Organización Mundial de la Salud, se considera actividad física cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que supongan un consumo de energía. Incluye los deportes, ejercicio físico, y también jugar, caminar, realizar tareas domésticas, practicar la jardinería y bailar… Toda estas actividades forman parte del trabajo o del ocio y suponen un beneficio para la salud.
Según la OMS, 60 minutos diarios de actividad física vigorosa serían recomendables para los más jóvenes de 5 a 17 años. Recomienda 150 minutos semanales de actividad física de intensidad moderada para personas de 18 a 64 años; y para las personas de 65 y más años las recomendaciones son similares. Deben combinar actividades moderadas y vigorosas al menos dos horas y media semanales, en periodos de al menos 10 minutos cada uno, al menos tres días por semana. Y cuando no puedan realizar la cantidad recomendada por problemas de salud, deben mantenerse tan activos como se lo permitan sus capacidades y su estado de salud.
Cifras
Conocemos y nos alertan de que estamos hablando de un problema serio según diversas encuestas nacionales y europeas como el Eurobarómetro sobre el deporte y la actividad física. Estas destacan que uno de cada tres españoles declara estar “sentado o sentada la mayor parte de la jornada” como actividad fundamental del día, ya sea estudiar, trabajar, etc.; tres de cada cinco españoles no realizaron ninguna actividad física moderada en los últimos siete días previos a la realización de esa misma encuesta. Estas cifras no han dejado de crecer en los últimos años, y se espera que sigan haciéndolo.
El comportamiento sedentario es un riesgo independiente del de la inactividad física para muchas enfermedades crónicas. Por lo tanto, una persona puede ser físicamente activa cuando cumple las recomendaciones mínimas de la OMS, pero seguirá siendo considerada sedentaria si pasa gran parte del día en una posición sedente. Y en este sentido, España lidera la Unión Europea en porcentaje de la población que pasa gran tiempo sentado en un día normal. Esto, unido a nuestra poca actividad física plantea panorama preocupante.
Sedentarismo según edades
Los jóvenes estudiantes, de 16 a 24 años, son los más sedentarios. Lo cual debería hacernos reflexionar sobre el estilo de vida que llevan nuestros jóvenes. Luego baja el porcentaje para volver a subir entre los 65 y los 74 años. En cuanto al género, las mujeres son en términos menos sedentarias que los hombres aunque practiquen menos actividad física. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en el caso de la inactividad física, este riesgo aumenta con la edad, por el hecho de ser mujer y por pertenecer a una clase social baja. Pero su incorporación a trabajos en los que estar sentada ocupa la mayor parte de la jornada hace que se vayan igualando a los hombres.
Qué hacer
El informe la Fundación España Activa lo deja muy claro. Diferentes análisis han demostrado que la promoción de la actividad física supone un ahorro de costes para el sector de la salud y que además es una actuación muy económica en comparación con el gasto sanitario producido como consecuencia de la inactividad física.
Los españoles ya estamos convencidos de lo positivo que es para nuestra salud mantener un estilo de vida físicamente activo, pero un aspecto clave es aumentar las oportunidades de que seamos físicamente activos. Y esto tiene que ver con dotar a las ciudades de instalaciones deportivas y espacios libres (parques, jardines, áreas peatonales) accesibles. Así que además de promover un diseño urbanístico que nos invite a ser físicamente activos, también será bueno promocionar la práctica de actividad física en el centro de trabajo, el centro de estudios y el hogar. Y habrá que promover el carácter recreativo y de disfrute que supone la actividad física; y para conseguir esto, hacerlo en compañía puede ser fundamental.
Fuente: Envejecimiento En Red