Si los primeros cinco años de vida marcan la trayectoria de la salud física, emocional y mental del niño y de sus habilidades de aprendizaje, que son los pilares fundamentales de la longevidad, la actividad física a lo largo de toda la vida seguirá siendo clave para un envejecimiento de calidad. La actividad física y evitar el sedentarismo serán nuestra mejor arma para una mejor salud también durante la propia vejez, sin importar la edad que se tenga.
La promoción de la salud pasa por aprender hábitos saludables y mantenerlos, entre los que la actividad física tiene un papel especialmente relevante. No creo que esta afirmación nos resulte nada novedosa: comer sano y hacer ejercicio moderado no son recetas mágicas ni desconocidas para la mayoría de la población, aunque tal vez sí resulte más complejo definir qué es comer sano o cómo ser capaces de que no nos devore la pereza y nos mantengamos activos.
Desde CENIE se están llevando a cabo una serie de investigaciones en áreas que contribuirían a una mayor y mejor longevidad; no se trata solo de vivir más años, sino que podamos disfrutar esos años extra en mejores condiciones de salud y aportando (devolviendo) a la sociedad todo lo que podamos. Indudablemente, entre esas áreas, la implementación de la capacidad física de las personas mayores resulta clave, siendo la promoción de la salud fundamental para conservar la autonomía y la funcionalidad y con ello, aspirar a una mayor calidad de vida. Más allá de un ejercicio teórico, se ha llevado a cabo un proceso de investigación con personas mayores en la ciudad de Zamora, que voluntariamente han decidido participar en el proyecto que hoy comparto con vosotros. ¿Por qué en Zamora? Para nuestros lectores internacionales, Zamora es la capital de la provincia homónima, en la Comunidad Autónoma de Castilla y León (noroeste de España, muy cerquita de Portugal) y que tiene algo más de 60.000 habitantes. Esta ciudad reúne una serie de características clave para tener en cuenta cuando analizamos la longevidad, la vejez y el envejecimiento en España y Portugal. Un motivo es que es un área enfrentada a la despoblación; del despoblacimiento hablamos mucho, pero a veces se nos olvida que no solo afecta a los pueblos muy pequeños, sino también a las ciudades medias y a las de menor tamaño, y con especial frecuencia, a las capitales de provincia. Zamora, es de hecho, la capital de provincia que más habitantes perdió porcentualmente en los pasados años, y es la provincia de España que más habitantes perdió en 2021. Además, lidera el ranking de las provincias españolas en lo que a envejecimiento se refiere (sí, por encima de Orense, en Galicia, que le sigue muy de cerca) y es la segunda provincia de Europa con menos niños; solo un 9,3% de la población tiene menos de 15 años. Tiene pocos niños, pero un número considerable de centenarios: ahora mismo más de 100 personas superan los 100 años en Zamora y si miramos las proyecciones de población (y no nos ataca una nueva pandemia u hordas de zombies, que ya todo puede ser) esta cifra irá en aumento con rapidez.
Volviendo a las referidas áreas para promover un envejecimiento de calidad, uno de los proyectos que se están desarrollando allí ha sido sobre capacidad física y liderado por Ignacio Pedrosa, de la Fundación Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación (CTIC). Los de CTIC son esa gente tan moderna que se dedica a la computación cuántica, a la inteligencia artificial y a tecnologías inmersivas de apariencia muy compleja para los legos, y entre los que hay proyectos apasionantes. No me refiero solo a la “inmersidra” -que nos enseña a escanciar sidra de forma virtual y a lo que no sé todavía cómo apuntarme o si hacen prácticas no virtuales- sino a otro tipo de proyectos innovadores que mezclan tecnología y sociedad. Del que hablamos hoy, promovido por CENIE, es sobre la implementación de un sistema para la promoción del envejecimiento activo en personas mayores de 65 años y se expuso el pasado 14 de septiembre en Zamora.
Este estudio tenía como objetivo analizar el impacto de la Tecnología de la Información y la Comunicación (TIC) como herramienta para mejorar la calidad de vida de las personas mayores desde las perspectivas física, psicológica y social. De forma específica, se trataba de fomentar la capacidad física mediante el desarrollo y despliegue de una solución tecnológica innovadora, basada en Smart wearable devices (tecnología “vestible”, podríamos traducir, es decir, que las llevamos como parte de nuestro atuendo) y técnicas de gamificación (es decir, trasladar la mecánica de los juegos a otros ámbitos. En este caso, el ejercicio físico). Simplificando mucho: cómo el uso de relojes de medición de pasos y el juego podían contribuir a promover el ejercicio entre personas mayores de 65 años.
El proyecto se enfrentó a varios problemas, como suele suceder en cualquier investigación, pues nunca somos capaces de controlar todas las variables, y menos cuando hablamos de sujetos sociales. Al unir los conceptos “tecnología” y “vejez” tal vez haya quien piense que consistieron principalmente en reticencias por parte de la población mayor: el proyecto partía de la necesidad de llevar consigo un dispositivo de fitness todo el tiempo, disponer y usar un teléfono inteligente, bajarse una aplicación y descargar los datos producidos de vez en cuando. Pero no fue este el problema, y el hecho de que no lo fuera partió de la dimensión humana: las facilitadoras (unas mujeres estupendas, que supieron conectar con los y las participantes con rapidez) les aseguraron a las personas mayores que les explicarían la forma de uso tantas veces como fuese necesario. El éxito de esta afirmación no está solo en la efectiva disponibilidad, sino en que la persona mayor se sabía respaldada: nadie le iba a juzgar si aquello costaba un poco más. Además, habría una persona explicándole el uso si realmente había un problema. Hablamos mucho de la brecha digital (ya sabéis lo que pienso al respecto; algo similar al diseño de los botes de piña), asumiendo que existe una especie de incapacidad de serie por parte de las personas mayores para usar la tecnología, cuando lo que suele suceder es que estamos ante una brecha humana: la de la no difusión del conocimiento. Con mayor o menor rapidez, los participantes aprendieron a usar el smart wearable device, pero la pandemia puso alguna dificultad extra. El proyecto planteaba, en origen, contabilizar la movilidad de las personas mayores en un determinado entorno, uno de esos que llamamos “camino del colesterol”, de modo que, al pasar por un determinado punto, una aplicación instalada en nuestro móvil sería capaz de recoger la distancia caminada. Como sabemos, en las etapas pandémicas ha sido necesario respetar las distancias y, en el camino referido, no hubiera sido posible. Ante las dificultades, se planteó el uso de un reloj inteligente, que permitía el seguimiento activo y continuo de las personas participantes, pudiendo medir cuánto se caminaba a lo largo del día y si se cumplían una serie de hitos.
Más allá de los resultados que podéis ver aquí, los resultados contradijeron algunas de esas creencias tan asentadas sobre las personas mayores como inmóviles y sedentarias. Pero también desveló otros aspectos, como el papel que la competitividad y el propio afán de superación tienen en la vejez, demostrando que los años no son impedimento para la motivación. Si las personas superaban sus propios hitos, el dispositivo electrónico les daba un premio virtual, un reconocimiento a lo conseguido. Este se conseguía en una forma de autorreconocimiento, motivando a las personas participantes a seguir formando parte del proyecto. Además, la participación en el proyecto se convirtió en una forma de participación social; formar parte de él suponía formar parte de una pequeña comunidad, en la que las facilitadoras abrigaban y arropaban la participación de la persona mayor. La participación en actividades de todo tipo es, además de una excusa perfecta para fomentar la capacidad física y la salud, una forma de lucha contra la soledad; la propia y la de los demás.
Podéis ver un video resumen del proyecto aquí: