La industria de la robótica de los cuidados está aún en ciernes, pero los expertos vaticinan que muy pronto tener un robot cuidador en casa será habitual, y no solo para recordarte la medicación o contactar con alguien en caso de emergencia. Los robots del mañana serán interactivos, empáticos, con capacidad de iniciativa y programados para aprender a satisfacer tus necesidades no sólo físicas, sino también emocionales.
La prehistoria de la robótica
"Si hoy tienes 50 o 60 años cuando seas un anciano y lo necesites, te va a cuidar un robot". Así de rotundo se manifiesta Javier González, catedrático de Robótica de la Universidad de Málaga. Javier sabe de lo que habla. Ha trabajado en varios proyectos europeos que han invertido cerca de 10 millones de euros en desarrollar tecnologías para el cuidado de personas mayores en sus domicilios... y que han fracasado.
"Actualmente no hay ni un solo robot en Europa atendiendo el cuidado de una persona mayor en su domicilio. Estamos en la prehistoria de la robótica, por así decirlo, pero lo que antes se tardaba 20 años en desarrollar, ahora se hace en un año, y mañana se hará en un mes, así de rápido avanza la tecnología", explica Javier.
¿Dónde estamos?
Siguiendo la máxima científica de prueba y error, empresarios e investigadores siguen dando pasos hacia un futuro próximo de cuidados robotizados. El Grupo Saltó, ubicado en Lleida, consiguió el año pasado del Ayuntamiento de Barcelona y el Mobile World Capital una inyección de 100.000 euros para poner en marcha una prueba piloto con su robot asistencial ARI. "Es un robot que tiene movilidad y acompaña a las personas mayores", explica a Uppers Ana Aragonés, una de las responsables del proyecto.
"Puede ponerte en contacto con quien tú quieras, y hace recordatorios de manera automática para que la persona a la que atiende no se olvide de comer, hacer ejercicio, o tomar sus medicinas. Nosotros nos encargamos del cerebro del robot; el cuerpo, lo compramos en Estados Unidos. Podemos ir aumentando las capacidades y funcionalidades del robot en función de los gustos y necesidades de la persona atendida", añade.
ARI convive ahora con 12 personas mayores de Barcelona que viven solas y el periodo de adaptación está siendo bueno. "Nos ha sorprendido muy gratamente la respuesta de los atendidos, porque pensábamos que podían poner más reticencias", comenta Ana Aragonés.
La pandemia, acelerador del progreso
"La pandemia está acelerando el proceso. Antes muchas personas mayores veían la tecnología como algo extraño. Ahora han visto que puede ser útil en muchas situaciones. Los que ahora tienen 50 años lo entenderán como algo natural. Es más, seguro que prefieren que les atienda un robot, a que les atienda una persona", confiesa José Alfonso Vera, profesor de la Escuela de Industriales de la Universidad Politécnica de Cartagena. Vera participa en un proyecto de cuatro universidades españolas para detectar estados depresivos en personas mayores que viven solas.
A través de distintos sensores instalados en el domicilio, el robot analiza el comportamiento de la persona que cuida y transmite los datos a un centro de control. Si detecta anomalías, como que la persona atendida no se mueva, no encienda la luz, o que la casa esté muy fría, puede actuar, por ejemplo poniendo la calefacción, subiendo las persianas o estableciendo una comunicación con los familiares de la persona atendida. "Esto es el futuro, no tengo ninguna duda, y estará en marcha antes de lo que la gente se piensa", asegura este investigador.
Obstáculos a superar
Uno de los problemas de estos primeros prototipos de robot cuidadores es la locomoción. Casi todos se desplazan con ruedas, por lo que las superficies irregulares, o los escalones suponen un obstáculo insalvable. "La locomoción humana es un prodigio de bioingeniería que le ha costado a la especie humana millones de años de evolución, pero ya existen robots que suben escaleras, también superaremos ese problema", señala Javier González.
Antes el cuello de botella estaba en la Inteligencia Artificial. Los procesos de comunicación entre el robot y la persona eran muy básicos y unidireccionales. Ahora cada vez hay más comunicación en ambas direcciones, sólo hay que ver los asistentes inteligentes de Amazon Echo, el Google Home o el HomePod de Apple, que cada vez son más interactivos. "La Inteligencia artificial va deprisa y nos conoce bien. Además, los seres humanos no somos tan complicados. Nuestras necesidades, nuestras preferencias, nuestros gustos, están cada vez más identificados, y se pueden programar los elementos para darles satisfacción" comenta el profesor José Alfonso Vera.
Un nicho de mercado que se escapa
Muchos ven en la pandemia de la Covid 19 una oportunidad para los robots. La humanoide Sophía nació en 2016 en Hong Kong, y su impactante parecido con una persona le ha convertido en una estrella mediática que ha paseado su palmito por platós de medio mundo. Ahora se postula como una ayuda para cuidar a enfermos o ancianos porque es capaz de comunicarse, dar terapia o proporcionar estimulación social, incluso en situaciones complicadas como la pandemia. Su creador, David Hanson, espera vender miles de unidades este año. El robot ha recibido críticas por el estado embrionario de su Inteligencia Artificial.
También los dos proyectos europeos en los que participó Javier González con la Universidad de Málaga estaban pensados para ponerse a la venta en 2015. Entonces se calculaba que en la UE la venta de robots y dispositivos de asistencia a las personas de edad avanzada alcanzaría los 13.000 millones de euros, pero no ha sido así.
"Ninguno de estos proyectos está en el mercado, es la cruda realidad", cuenta González. "En parte por reticencias de los usuarios, en parte por problemas en el desarrollo de la tecnología, y también porque no hay legislación al respecto. ¿Qué pasa si el robot rompe algo, o produce algún daño? Hay muchos temas que quedan por resolver aún, pero sin duda, la atención de los mayores por robots será una realidad en unos años", asegura González.
Poca investigación en España
En España tan solo unas pocas empresas se dedican a desarrollar proyectos de robots cuidadores, todas de forma experimental. El modelo de negocio del Grupo Saltó no está en los robots. "El caso de ARI es sólo un piloto que está en fase de desarrollo. Por el momento no hemos llegado a la fase de comercialización", comenta Ana Aragonés.
"Hay grupos de investigación en las universidades, pero no hay empresas grandes que tengan el músculo necesario para tener un prototipo en el mercado. Ni en España ni en Europa. Yo creo que el desarrollo vendrá de manos de una gran empresa, Amazon, Google... que comprarán a alguna pequeña que haya desarrollado un prototipo eficaz. Mis últimos siete alumnos de tesis doctorales, muy brillantes todos, están trabajando fuera de Europa para estas empresas. O nos espabilamos o nos vamos a quedar fuera", afirma el catedrático de la Universidad de Málaga.
Un robot para cada uno
No sólo los expertos en robótica defienden la aplicación de la tecnología a los cuidados. Algunos geriatras ven en ello la solución a un problema que ya tenemos encima. En España cerca de dos millones de personas han solicitado una ayuda para la dependencia. El 80% son mayores. En el año 2050, la población octogenaria superará la cifra de cuatro millones, hoy no llegan a tres millones. "Gran parte de la población más mayor va a requerir atención y va a querer que les atiendan en sus casas.
Con el coronavirus se ha visto que el modelo actual de atención humana a la dependencia tiene muchas carencias. Los auxiliares o los terapeutas no pueden dedicar el tiempo necesario que precisa cada persona para ofrecer una atención de calidad. Ni siquiera en los centros con mejores ratios de personal. A lo mejor con estas nuevas tecnologías podemos ofrecer verdaderamente una atención personalizada", explica César Cuevas, terapeuta ocupacional y coordinador del Grupo de Trabajo de Gerontotecnología de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, SEGG.
¿Hacia dónde vamos?
¿Podrá el robot sustituir a las personas? "No del todo, pero pueden ayudar mucho. Cada persona es distinta, y tiene unas necesidades diferentes. Debería haber detrás un profesional que participe en la programación conveniente para cada persona atendida. El cuidador debe proporcionar ejercicio físico, estimulación mental y apoyo emocional. Si programamos a cada robot para que haga estas tareas adaptadas a cada individuo, habremos avanzado muchísimo en la prevención y atención a la dependencia, y se podría ofrecer una atención personalizada de calidad que el modelo actual no puede proporcionar hoy por hoy porque no es rentable", asegura César Cuevas.
El profesor Jose Alfonso Vera va más allá. "Que un robot te ayude a ordenar la casa o a hacer tareas domésticas es algo que se va a conseguir muy pronto, ya hay algunos que lo hacen. También existen robots que te ayudan a hacer ejercicio, te controlan la dieta o la medicación, contactan con los amigos, los familiares o el médico, te ponen música o te leen un libro. Donde hay que llegar es a las emociones. Yo construiría un humanoide con el aspecto de mi hijo de 20 años. Que me ayude a hacer cosas en casa, pero también que me dé compañía y evite que me sienta solo. Con el que pueda pasear, conversar de cosas diversas cada día, que me conozca perfectamente y de satisfacción a mis deseos, que participe de mis ilusiones, que aprenda de mi mientras aprendo con él, que sea, en definitiva, capaz de construir conmigo un proyecto de vida hasta el final. Pero para llegar eso creo que falta algo más de tiempo", concluye Vera.
Fuente: Uppers