Vivimos en una sociedad que está experimentando un incremento constante de la longevidad. Por ello, el cambio sociodemográfico presenta unos desafíos vinculados a las pensiones. En este sentido, el artículo de Nicholas Barr trata sobre las decisiones que hayan tomado las personas a lo largo de su vida laboral con respecto a la planificación de su última etapa; las pensiones, y lo argumenta alrededor a tres pilares: a) Los productos de pensiones son complejos; b) La toma de decisiones erróneas tanto al constituir los ahorros para la pensión como al reducirlos y c) La estrategia política entorno a las pensiones.
Este artículo presenta las siguientes conclusiones:
Los productos de pensiones son complejos.
Muchas personas toman decisiones equivocadas tanto cuando reúnen sus ahorros para la pensión como al retirarlos
La estrategia de la política que se presenta a continuación es doble. Por un lado, el diseño de las pensiones debe ayudar a elegir a las personas que desean tomar decisiones sobre ahorro y jubilación. Y por otro, el sistema de pensiones debe funcionar correctamente para las personas que no eligen. No elegir debería ser una opción aceptable.
En la sección 1 se exponen algunos hechos observados sobre el comportamiento de los ahorradores y en la sección 2 se explica por qué esos resultados no sorprenden tanto. La sección 3 examina algunas lecciones resultantes de este análisis que tienen como finalidad mejorar el diseño de las pensiones. La sección 4 plantea una conclusión.
1. Algunos hechos
Muchas personas toman decisiones que no les convienen ni a ellas ni a sus familias.
Ahorro insuficiente. Un estudio de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) sobre Chile, Francia, Países Bajos, Reino Unido y Estados Unidos reveló que entre el 29 % de los sujetos (Estados Unidos) y el 42 % (Chile) no han ahorrado lo suficiente, es decir, "tienen un valor actual de los ingresos de las pensiones en el momento de la jubilación inferior a los ingresos medios de las pensiones de los jubilados actuales" (OCDE 2014, p. 95).
Elección tardía o inexistente. En Suecia, los empleados pueden elegir entre más de 800 fondos de inversión privados. En 2011, más del 98 % de los que elegían por primera vez no eligieron y, por tanto, fueron inscritos en el fondo preseleccionado. A pesar de que algunos de los nuevos afiliados eligieron posteriormente, en 2016, el 45 % de todos los afiliados se encontraban en el fondo preseleccionado. Un estudio estadounidense (Sethi-Iyengar et al. 2004) halló que ofrecer más opciones puede reducir la capacidad de elección.
Elección inadecuada. Existen numerosos ejemplos. Algunas personas elegirán fondos de gestión activa cuando los fondos indexados más baratos podrían ser más apropiados. Por tanto, algunos inversores tendrán una cartera diversificada de forma inadecuada. Muchos inversores no comprenden el poderoso efecto de los gastos administrativos en su acumulación. Por ejemplo, un gasto de gestión del 1 % anual a lo largo de toda una carrera laboral reduce la acumulación de una persona en aproximadamente un 20 % en comparación con lo que resultaría sin el gasto.
Del mismo modo, en el momento en el que los sujetos deciden retirar sus rentas se observan problemas similares.
Renta vitalicia demasiado escasa. La adquisición de una renta vitalicia asegura al pensionista frente al riesgo de longevidad. Cuando se depende de los ahorros de la pensión y se retiran completamente, se renuncia a este seguro. La economía del comportamiento nos permite entender por qué, en un sistema voluntario, la gente no emplea la renta vitalicia, o no lo hace de forma suficiente, lo que se conoce como el "rompecabezas de la renta vitalicia". No obstante, que una renta vitalicia demasiado escasa suponga un problema, no significa que exigir una renta vitalicia completa sea la mejor solución. Algunas de las razones para conservar una parte del patrimonio y no dedicarlo por completo a la renta vitalicia son la incertidumbre y el "bequest motive", es decir, que las personas prefieren dejar en legado parte del importe que supondría adquirir de dicha renta.
Mala elección del proveedor de rentas vitalicias. Los problemas que plantea coinciden con los de la mala elección del gestor de fondos durante la acumulación de ahorro. Un estudio llevado a cabo en el Reino Unido (UK Financial Conduct Authority 2014, p. 14) estimó que "el 80 % de aquellas personas que adquieren una renta vitalicia a su actual proveedor de pensiones se beneficiarían sin compararan y cambiaran de proveedor".
Retirada demasiado rápida o demasiado lenta. Un pensionista puede gastar demasiado pronto, sobre todo si vive más de lo previsto. Las decisiones que tome pueden no tener suficientemente en cuenta a los demás miembros de la familia. O también puede que el pensionista gaste demasiado poco, ya sea por miedo a quedarse sin dinero o por la reticencia a "gastar la herencia de los hijos".
2. Algunas explicaciones
Estos resultados que se han observado no son sorprendentes, tal y como explica una amplia literatura (objeto de múltiples premios Nobel) sobre la economía de la información y la economía del comportamiento.
Complejidad. Las decisiones sobre el ahorro y la reducción de gastos a lo largo de la vida son intrínsecamente complejas debido a la incertidumbre y a que los productos financieros no son sencillos. Un empleado que toma decisiones sobre el ahorro se enfrenta a múltiples incertidumbres:
Las necesidades futuras dependen de la duración de la vida de una persona y de su familia; de la duración del matrimonio y de las opciones tras el divorcio o la muerte del cónyuge; del número, la edad y las vivencias de los hijos; así como de los gastos médicos.
Ingresos futuros: las personas se enfrentan a la incertidumbre sobre el nivel y la trayectoria de las futuras oportunidades de ingresos a lo largo del tiempo.
El rendimiento futuro de los activos es incierto.
Los futuros precios de las rentas vitalicias estarán muy influidos por los tipos de interés futuros.
Capacidad limitada para abordar la complejidad.
La toma de decisiones requiere una buena comprensión de los conceptos financieros.
Muchos empleados y pensionistas acaban contratando productos que no se ajustan a sus necesidades o a las de sus familias debido a sus escasos conocimientos financieros. En una encuesta, el 50 % de los estadounidenses no sabía la diferencia entre una acción y un bono. Un famoso estudio de Lusardi y Mitchell (2014) formuló tres preguntas muy básicas sobre finanzas. En Estados Unidos, el 35 % de los encuestados respondió correctamente a las tres preguntas, mientras que en muchos países de la OCDE solo lo hizo el 25 %. La realidad es que mucha gente no entiende el interés simple, y mucho menos el interés compuesto, y mucho menos el concepto de valores presentes que sustentan las decisiones que se consideran sensatas sobre las rentas vitalicias.
Falta de esfuerzo.
Incluso cuando una persona tiene conocimientos financieros, no significa que vaya a dedicar la atención necesaria a la gestión de los asuntos derivados de pensiones.
Para evaluar el alcance de la inercia, basta con observar cuántas personas no transfieren el dinero a una cuenta bancaria que les aporte un tipo de interés más alto. Hay que tener en cuenta que la gestión de la pensión es un proceso continuo a lo largo de la vida laboral y la jubilación, no un hecho puntual como la compra de un coche.
Sesgos de comportamiento. Una amplia literatura reciente aborda los sesgos de comportamiento (para consultar una discusión no técnica, véase Thaler y Sunstein 2008, Kahnemann 2011, Thaler 2015, y Valero 2019, 2020). Estos sesgos pueden dividirse en dos tipos.
La racionalidad limitada surge cuando un problema es demasiado complejo para que alguien sepa lo que debe hacer, incluso cuando se le presenta la información pertinente (muchos problemas médicos presentan esta característica). Esto se manifiesta, por ejemplo, con:
Procrastinación: la gente retrasa la toma de decisiones.
Inercia: la gente suele quedarse donde está. En teoría, debería dar igual que el plan de pensiones se plantee como una fórmula de inclusión o exclusión (denominadas, "opt-in", "opt-out"). Puesto que, en la práctica, la afiliación automática conlleva una mayor participación.
Inmovilización: ante opciones complejas, muchas personas no hacen nada.
La fuerza de voluntad limitada surge cuando una persona sabe lo que debe hacer, pero no lo hace, el ejemplo más claro es no ahorrar lo suficiente (o no perder peso, no hacer más ejercicio, etc.).
Una cuestión importante, pero que no suele plantearse. Estas explicaciones son bien conocidas. Sin embargo, rara vez se debate sobre un problema igualmente importante. Incluso si ninguno de los problemas señalados con anterioridad fuera significativo, la elección y la supervisión periódica de los ahorros de la pensión requieren tiempo y energía. Esto plantea el dilema de si un plan de pensiones que requiere tales esfuerzos por parte de cada individuo realmente contribuye a la mejora de su bienestar.
3. Hacerlo bien
3.1 Implicaciones para el diseño de las pensiones
El debate anterior sugiere una serie de indicaciones para un buen diseño de las pensiones de aportación definida.
Hacer que el ahorro para la pensión sea obligatorio, o utilizar la afiliación automática, convirtiendo así la inercia en una ventaja para las personas. Puesto que una vez se inscriben automáticamente, la mayoría de ellas permanecerá en el plan.
Simplificar las opciones, por ejemplo, ofreciendo solo unos pocos fondos que estén claramente diferenciados. Ofrecer menos opciones puede aumentar la participación. En ámbitos complejos, ofrecer menos opciones puede ser una característica de diseño deliberada y útil.
Incluir un único valor preseleccionado para los empleados que elijan ninguna opción. Una buena opción preseleccionada reduciría automáticamente la exposición al riesgo cuando el empleado se acerque a la edad de jubilación.
Mantener bajos los costes administrativos desvinculando la gestión de las cuentas (es decir, el mantenimiento de los registros) de la gestión del fondo (es decir, las decisiones sobre la elección de los activos de un fondo de pensiones).
En los planes de los empleados, otra opción es diseñar la política para que las personas se comprometan en ese momento a actuar en el futuro, utilizando así la procrastinación como mecanismo de apoyo a la política (véase Thaler y Benartzi 2004). La esencia del acuerdo es que las personas se comprometen a ahorrar una fracción determinada de su salario, pero a partir del siguiente aumento de sueldo.
Barr y Diamond (2017, 2018), en las pruebas aportadas a una investigación australiana, abogan por un único valor preseleccionado, una estructura de elección simple dentro de este valor, una cuenta de pensiones por persona (para evitar las "cuentas perdidas" y la erosión de las pequeñas acumulaciones a consecuencia de los cargos administrativos), el mantenimiento de registros centralizados y la igualdad de condiciones para la competencia entre un valor preseleccionado gestionado centralmente y con múltiples proveedores privados.
Contar con una opción preseleccionada única evita el problema de la diversidad de rendimientos. Ofrece una imagen más clara para un empleado de las consecuencias de no elegir una opción, y reduce los costes al evitar la complejidad de hacer seguimiento a varias opciones preseleccionadas.
3.2 Pensiones NEST
El Reino Unido ofrece muchos ejemplos de mal diseño de las pensiones. Una importante excepción son las pensiones NEST ((http://www.nestpensions.org.uk/) que se basan en un diseño propuesto por la Comisión Turner (Comisión de Pensiones del Reino Unido de 2005), que tuvo muy en cuenta los hallazgos de la economía del comportamiento.
Los elementos de ese plan coinciden exactamente con los indicadores de buen diseño que se han expuesto anteriormente.
Afiliación automática. Desde 2012, de forma escalonada, los empleadores que no tienen ningún otro plan de pensiones aprobado deben inscribir a sus empleados en el NEST, con la idea de que los empresarios tengan acceso a una vía de alta calidad y bajo coste a través de la cual cumplir con sus obligaciones.
Una opción preseleccionada. La opción preseleccionada consiste en un fondo con fecha límite, que tiene como objetivo la edad de jubilación estatal. El fondo cuenta con tres fases:
Una etapa fundacional (los primeros 5 años aproximadamente) es una novedad en el diseño de las pensiones. Las pérdidas en los primeros años son fuertemente desalentadoras, por lo que la estrategia durante esta fase tiene como objetivo evitar cualquier reducción del valor de la acumulación incipiente.
Una etapa de crecimiento: El objetivo de NEST es obtener una rentabilidad real neta anual media a largo plazo del 3 %.
A medida que el empleado se acerca a la edad de jubilación, se inicia una fase de consolidación para reducir el riesgo de la cartera.
Elección limitada. Además de la opción preseleccionada, el empleado tiene la opción de elegir entre cinco fondos: un fondo de mayor riesgo, es decir, potencialmente de mayor crecimiento; un fondo de menor riesgo; un fondo ético; un fondo Shariah; y un fondo de prejubilación. Y el empleado puede elegir tener parte de sus ahorros para la pensión en el fondo preseleccionado y parte en (digamos) el fondo de mayor riesgo.
Además, este puede elegir una fecha objetivo diferente a la predeterminada. El empleado puede elegir una fecha más tardía, ya sea por la intención de retrasar el inicio de la prestación o para ralentizar el paso de la renta variable a la renta fija, optando así por asumir más riesgo con la esperanza de obtener mayores rendimientos. O el empleado podría elegir una fecha más temprana, con lo que se desprendería antes del riesgo.
Gestión centralizada de cuentas. NEST se ocupa de todos los registros individuales.
Gestión de fondos mayorista NEST decide internamente la exposición global a los fondos y las clases de activos, gestiona algunas partes de la cartera por sí misma, subcontrata otras partes al sector privado y publica actualizaciones trimestrales (véase NEST 2020).
El enfoque NEST respeta las lecciones de la economía de la información y la economía del comportamiento
El diseño simplifica la elección de los empleados, incluso funciona bien para un empleado que no elige.
Mantiene bajos los costes administrativos.
Localiza la competencia en el lugar adecuado. El objetivo importante de la gestión de fondos es destinar el ahorro a la inversión productiva. Esa tarea se lleva a cabo con mayor eficacia si la competencia se produce en el lugar adecuado, es decir, entre los gestores de fondos y los gestores de planes NEST, y por tanto con ambas partes del mercado bien informadas, en lugar de entre gestores de fondos bien informados y empleados individuales menos informados.
4 Conclusión
El diseño de las pensiones no puede depender simplemente de los mercados y de la elección individual.
Las pensiones se parecen más a los fármacos que a los teléfonos inteligentes: los resultados son muy importantes y las decisiones son complejas y difíciles de tomar de forma adecuada. Las conclusiones de la economía de la información y de la economía del comportamiento justifican el argumento de que un buen diseño de las pensiones incluirá deliberadamente una estructura de elección que limite la elección para la gran mayoría de los empleados y pensionistas.
Referencias
Barr, Nicholas and Diamond, Peter (2010), Pension Reform: A Short Guide, New York and Oxford: Oxford University Press.
Barr, Nicholas and Diamond, Peter, (2017), ‘Designing a default structure: Submission to the Inquiry into Superannuation: Assessing Efficiency and Competitiveness’, Australia Productivity Commission, September.
Barr, Nicholas and Diamond, Peter, (2018), ‘Response to Superannuation: Assessing Efficiency and Competitiveness: Productivity Commission Draft Report’, Australia Productivity Commission, Submission DR154, July.
Kahnemann, Daniel (2011), Thinking, Fast and Slow, New York: Farrar, Straus and Giroux.
Lusardi, Annamaria, and Olivia S. Mitchell (2014), ‘The Economic Importance of Financial Literacy: Theory and Evidence.’ Journal of Economic Literature, 52(1): 5-44.
NEST (2020), NEST quarterly investment report, At end December 2020, https://www.nestpensions.org.uk/schemeweb/dam/nestlibrary/61537-QIR-Q4-2020-210223.pdf
OECD (2014), Pensions Outlook 2014, Paris: OECD.
Sethi-Iyengar S., Huberman, G., & Jiang, W. (2004), ‘How Much Choice is Too Much? Contributions to 401(k) Retirement Plans’, in Mitchell, O. S. & Utkus, S. (Eds.), Pension Design and Structure: New Lessons from Behavioral Finance (83-97). Oxford: Oxford University Press.
Thaler, Richard H. (2015), Misbehaving: The making of behavioural economics, W. W. Norton.
Thaler, Richard H., and Benartzi, Shlomo (2004), ‘Save more tomorrow: Using behavioral economics to increase employee saving’, Journal of Political Economy 112 (1, part 2): pp. 164-87.
Thaler, Richard H. and Sunstein, Cass R. (2008), Nudge: Improving Decisions About Health, Wealth, and Happiness. Yale University Press.
UK Financial Conduct Authority (2014), Thematic Review of Annuities, TR14/2, London: Financial Conduct Authority, February, http://www.fca.org.uk/news/tr14-02-thematic-review-of-annuities
UK Pensions Commission (2005), A new pension settlement for the twenty-first century: Second report of the Pensions Commission. London: The Stationery Office. www.webarchive.org.uk/pan/16806/20070802/www.pensionscommission.org.uk/publications/2005/annrep/annrep-index.html
Valero, D. (2019). ‘Previsión social complementaria: un enfoque conductual’, in Herce, J.A. (Ed), Pensiones del futuro, Instituto Santa Lucía. Madrid
Valero, D. (2020). ‘Economía del comportamiento en el ahorro a jubilación’, in Rodríguez-Pardo, J.M. (Ed) El envejecimiento como riesgo empresarial. Wolters Kluwer.
Sí, deberían hacerlo y de hecho lo hacen. En América Latina, los nueve programas obligatorios de pensiones de aportación definida (Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, México, Panamá, Perú y Uruguay) tienen una Superintendencia separada o una sección de una Superintendencia Financiera que regula y supervisa el sistema de pensiones y las administradoras (AFP, AFAP, AFORES, OPC, etc.). Algunos países tienen una Superintendencia de Bancos o una Superintendencia de Mercado de Capitales o una Autoridad de Supervisión y Control de Pensiones y Seguros que tienen programas de pensiones, entre las entidades reguladas. Las normas incluyen la interpretación legal, las condiciones de ingreso, las comisiones que se cobran, la determinación de las reservas, los requisitos para los traspasos, la inversión de los fondos, la supervisión de los cierres o fusiones, las jubilaciones o rentas programadas, así como el asesoramiento y la defensa de los derechos de los afiliados, etc. En algunos países existe una única Superintendencia que supervisa todas las pensiones, incluyendo las de beneficio definido (Costa Rica, Chile, propuesta de reforma en Uruguay), mientras que en otros países existen varias entidades que regulan las pensiones. Lo mismo ocurre en algunos países con pensiones de aportación definida.
En su excelente artículo, mi querido amigo y maestro Nicholas Barr plantea una ingeniosa pregunta, como colofón de una reflexión en la que nos muestra la dificultad por parte de las personas de tomar decisiones adecuadas con respecto a su ahorro para la jubilación. Al igual que se regula el uso de medicamentos para proteger a los consumidores, ¿deben también regularse los productos de pensión obligatorios?
Cuando estamos hablando de las pensiones básicas de las personas, el rol ineludible que tiene que desempeñar el Estado es el de protección. No es posible que los estados, que son los responsables últimos, en muchos casos dentro de sus obligaciones constitucionales, de garantizar un nivel de vida adecuado a las personas mayores, no establezcan mecanismos para ese objetivo.
Esta pregunta está más enfocada, en mi visión, al establecimiento de planes de ahorro, de forma obligatoria o semiobligatoria (como es la afiliación automática), que no son seguridad social pública de reparto pero conforman la base del sistema de seguridad social. Esto sucede en varios países del mundo en donde el Estado cede a instituciones privadas la gestión de ese tramo de seguridad social. Pero al igual que en los sistemas de reparto públicos existe regulación exhaustiva para garantizar el buen fin de las pensiones básicas de la población, es mi opinión que tal regulación debe existir también en estos otros planes de ahorro.
Donde creo que la regulación debe ser mucho más flexible es en todos los sistemas de ahorro complementarios al sistema básico, aunque coincido con el Profesor Barr en la necesidad de utilizar todas las enseñanzas de la economía del comportamiento para hacerlos realmente útiles para la población, guiándoles en la mejor toma de decisión para cada afiliado.
El profesor Barr plantea en su artículo una serie de cuestiones esenciales de las pensiones. En primer lugar, desmenuza con precisión la problemática de las soluciones previsionales que en España denominamos "complementarias" y que en muchos países avanzados están generalizadas entre los trabajadores e, incluso, como en los Países Bajos, son dominantes y otorgan prestaciones sensiblemente mayores que las de la Seguridad Social. En este país, por ejemplo, la Seguridad Social da prestaciones básicas, mientras que las de la pensión de empleo son más del doble de aquellas.
La extraordinaria complejidad que tan bien describe y analiza Barr en su compacto artículo es inabarcable para el trabajador que, si fuera plenamente consciente, viviría en una constante ansiedad. Pero, afortunadamente, los límites y sesgos a los que también alude el autor, le "protegen" de llegar a vivir con dicha ansiedad. Aunque no de las consecuencias de una mala elección.
La asimilación con los medicamentos está muy bien traída. En el caso de los medicamentos, el paciente está todavía más indefenso frente a la complejidad de un producto que afectará decisivamente a su salud, tanto positivamente si está bien elegido, como negativamente si la elección es equivocada. Por eso, la industria farmacéutica está tan pesadamente regulada, para proteger al paciente que, por otra parte, a diferencia de lo que sucede con el "fondo por defecto", carece de un "medicamento por defecto", universal, que llevarse a la garganta en caso de duda. Claro que esa duda tampoco se presenta en este campo porque el medicamento indicado nos lo prescribe un profesional habilitado para ello.
Esta afortunada comparación, cuestiones conductuales aparte (las cuestiones conductuales son importantísimas, sin embargo), me lleva a la consideración de lo importante que es la regulación de las pensiones de Pilar II (empleo) y Pilar III (personales).
No solamente el diseño, cuyas características para un adecuado servicio al partícipe medio son cruciales, sino también el día a día del servicio por parte de los proveedores de las soluciones previsionales (aseguradoras, gestores de fondos y otras entidades especializadas).
Las pensiones de Pilar II y III no son medicamentos, tampoco son automóviles o lavadoras. Pero en estos dos últimos mercados (automóviles y lavadoras), en los países avanzados, la gama, prestaciones y value-for-money de estos productos son sencillamente fabulosos, y alguno de estos productos tienen mucho riesgo, aunque aprendemos a limitarlo. Y casi todo el mundo está plenamente satisfecho de sus opciones. La competencia en estos mercados hace milagros y la regulación evita las malas prácticas. Cada usuario suele saber qué coche necesita y suele acertar con su elección porque el fabricante le va a dar un vehículo cada vez mejor.
¿Tan difícil es lograr estos mismos resultados en el mercado pensionario? Lo es, como revela el profesor Barr, por las razones que él aduce. Barr es, además, un gran estudioso de las pensiones de Seguridad Social y, aunque no lo menciona en su artículo, ha escrito mucho sobre la "solución" que la Seguridad Social representa: es el mejor seguro de longevidad jamás inventado. Obliga a todos los trabajadores a "ahorrar" para su jubilación y ofrece soluciones vitalicias sencillas de entender y de adaptar a circunstancias personales (penosidad del trabajo, supervivientes, etc.).
Solo hay un problema con la Seguridad Social, en muchos países: viola sus propios principios actuariales y acaba otorgando prestaciones cuyo valor presente supera ampliamente al valor presente de las cotizaciones realizadas. Esto hace al sistema insostenible y compromete el pago futuro de las prestaciones prometidas.
En fin, que no hay soluciones fáciles ni baratas. Las pensiones de empleo están en la encrucijada en todo el mundo, como las de la Seguridad Social, y todas necesitan una refundación sobre bases más sólidas. Bases actuariales: el tiempo no pasa en vano y cada 24 horas la esperanza de vida de cada nueva cohorte aumenta varias horas sobre la de la cohorte precedente y las pensiones son cada vez más caras si no se pagan con una jubilación cada vez más tardía. Bases técnicas: simplificando los productos financieros y aseguradores y, en especial, las rentas vitalicias (annuities). Bases de mercado: diseño ergonómico de los productos previsionales y competencia para hacerlos eficaces y eficientes. Y, por fin, bases conductuales: enseñando a los trabajadores a "conducir" los vehículos previsionales como se enseña a los mayores de edad a conducir coches, expidiéndoles un carnet de conducir que se renueva cada cierto tiempo, y adoptando un buen código de circulación que todos respeten.