Si las terapias antienvejecimiento que se están creando en estos momentos funcionan harán viejos más sanos y más longevos. La repercusión económica de esto se puede medir en decenas de billones.
Investigadores británicos y estadounidenses han calculado cuánto dinero supondría para la economía que los seres humanos viviéramos más tiempo. Su conclusión: 38 billones de dólares (unos 32 billones de euros) por cada año extra de vida que le dan a la gente.
Desde hace tiempo los científicos están tratando el envejecimiento como una enfermedad crónica que es la puerta de entrada a otras dolencias relacionadas con la edad como el alzhéimer, la diabetes o algunos tipos de cáncer. Ya conocemos algunos de los mecanismos que desencadenan el envejecimiento y se espera que en los próximos años seamos capaces de retrasar su efecto y vivir más tiempo con una calidad de vida mucho mayor.
Que estemos más tiempo sanos tendrá grandes implicaciones en nuestra sociedad, entre otras cosas el retraso del envejecimiento abre la puerta a que pasemos más años trabajando. Un grupo de investigadores ha publicado recientemente un artículo en la revista Nature en el que calculan cuánto supondría económicamente este cambio demográfico en un país como los EE.UU.
En su estudio, el equipo utiliza un método llamado valor estadístico de la vida (VSL), que asigna un valor monetario a las ganancias derivadas de la prolongación de la vida, la mejora de la salud y los cambios en el ritmo de envejecimiento. Este método ya lo usan algunas agencias estadounidenses para evaluar sus políticas y a los investigadores les permitido también calcular no sólo los beneficios actuales de la prolongación de la vida sino también cómo evolucionará en el futuro.
Utilizaron el VSL para evaluar dos escenarios: el valor económico de aumentar la esperanza de vida, pero no la salud, y la salud, pero no la vida. Comprobaron que los aumentos de la esperanza de vida eran más valorados, pero ambos escenarios eran significativamente menos deseados que otro en el que la esperanza de vida y la salud aumentaran a la vez, como prometen las terapias antienvejecimiento.
También compararon una terapia antienvejecimiento general con el tratamiento de enfermedades específicas. Para eso echaron mano de los resultados de un estudio reciente sobre pacientes que tomaban metformina, un fármaco que se diseñó para tratar la diabetes, pero que tiene efectos que reducen la incidencia de enfermedades relaicionadas con el envejecimiento.
Los investigadores tomaron del estudio una referencia de la disminución del número de muertes y años perdidos por enfermedad debido a cada una de estas afecciones en EE.UU. Comprobaron que los beneficios del tratamiento con metformina en términos de aumento de la esperanza de vida solían ser iguales o superiores a los de la erradicación completa del cáncer o las enfermedades cardiovasculares.
Por último, para determinar el valor global de una terapia antienvejecimiento que pudiera prolongar tanto la esperanza de vida como la salud, aplicaron este último escenario a los datos actuales de la Oficina del Censo de EE.UU. sobre la población, su estructura de edad y las tasas de natalidad.
Descubrieron que el valor de un aumento de un año en la esperanza de vida sería de 38 billones de dólares (unos 32 billones de euros), y para un aumento de 10 años ascendería hasta 366,8 billones (unos 310 billones de euros). Lo más interesante es que descubrieron que este escenario antienvejecimiento crearía un círculo virtuoso, ya que cuanto más éxito tenga la sociedad en mejorar la forma de envejecer, mayor será el valor económico de las nuevas terapias antienvejecimiento.
Los autores reconocen que este estudio ha dejado de lado dos elementos cruciales que podrían tener un impacto significativo en estos números: las desigualdades de salud entre la población estudiada y la desigualdad de ingresos —lo primero probablemente aumente el valor de los enfoques antienvejecimiento, señalan, pero lo segundo podría causar reducciones significativas del valor si el coste de las terapias es elevado—. Y concluyen diciendo que, aunque el potencial de las terapias antienvejecimiento podría ser colosal, su verdadero valor sólo se pondrá de manifiesto si podemos garantizar un acceso generalizado a ellas.
Fuente: El Confidencial