La longevidad, el incremento de la esperanza de vida a nivel global y las consecuencias de ello son temas de los que se está hablando mucho de un tiempo a esta parte, lo cual es lógico, porque, en el fondo, nos afecta a todos. La longevidad es, según la Real Academia Española, la cualidad de longevo, que consiste en alcanzar una edad muy avanzada. Y una búsqueda en internet de longevidad nos arroja multitud de entradas sobre cómo potenciarla, qué hacer para vivir más y en las mejores condiciones.
Este incremento de la esperanza de vida, que, además, se acelera, es muy buena noticia, como ya hemos comentado en otras ocasiones en este blog. La cuestión es, más allá de alegrarnos o preocuparnos porque vamos a vivir muchos años, entender qué significa una vida más larga en el plano individual y qué implicaciones tiene, en general.
¿Queremos vivir más? Todos los expertos -médicos, científicos, psicólogos, etc.- nos explican las pautas para conseguirlo y subrayan que los genes son solo una parte de la fórmula para llegar a ser centenarios. El estilo de vida importa, y mucho. Sobre cuidar nuestra alimentación y el ejercicio recomendable para conseguirlo, hay, como decíamos, abundante información todas las semanas.
Y, ¿qué queremos hacer con esos años de vida? La mayoría hablamos, como vimos en la encuesta que realizamos hace unos meses en Abante, que pasar más tiempo con la familia y disfrutar. Nuestra experiencia con los clientes es que es también fundamental tener algún tipo de propósito, tener objetivos. Sobre este tema, las noticias son mucho menos frecuentes.
Como decía Jane Fonda en la charla TED que hizo en 2011 sobre el tercer acto de la vida, las tres últimas décadas de la vida son una etapa de desarrollo con su propio significado y tenemos que preguntarnos cómo podemos utilizar ese tiempo, cómo vivirlo con éxito. En esta charla, Fonda citaba el libro El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl, un psiquiatra alemán que pasó varios años en un campo de concentración nazi, para explicar la importancia que tiene en nuestra vida el querer darle un sentido, un objetivo, a nuestra vida.
Muchas veces, cuando se habla de longevidad, se hace de forma inmediata la relación con los problemas de deterioro de la vejez y la soledad, por un lado, y con los problemas de las pensiones y si vamos a tener dinero durante esa etapa, por otro. Son dos cuestiones que se deben abordar dentro de una reflexión más global.
En nuestra experiencia, la mayoría de las personas, nos solemos preocupar, sobre todo, por estas dos cuestiones, tememos una vejez en la que nos falle la salud y tememos un futuro en el que no tengamos el dinero que necesitamos para la jubilación que deseamos. Y, sin embargo, no reflexionamos tanto sobre qué queremos hacer durante dos o tres décadas de nuestra vida, queremos viajar, estar con los seres queridos… pero, ¿podemos y queremos hacer algo más? ¿Nos vendría bien -física y mentalmente- tender un propósito más allá del ocio? Ese futuro de ocio que nos imaginamos, ¿será suficiente? ¿Nos lo podremos permitir?
Las respuestas a estas preguntas pueden y deberían ser tan variadas como personas las respondan. Lo importante es hacer el ejercicio de pensarlo, prepararnos -en lo financiero, pero no solo-, ocuparnos para no preocuparnos.
Fuente: Cinco Días