· 22 Enero 2024

Vicente Mera, experto en envejecimiento: «Algunos se preocupan demasiado por la calidad de la alimentación, pero lo primero es la cantidad»

Por cenie
Vicente Mera, experto en envejecimiento: «Algunos se preocupan demasiado por la calidad de la alimentación, pero lo primero es la cantidad» - CENIE, longevidad, envejecimiento, alimentación, vida saludable

El experto, que fue elegido como el mejor médico europeo en el campo de la Medicina «Antiaging», explica que gestionar bien el apetito es esencial en materia de longevidad

El envejecimiento, bien visto, es un éxito. Si bien se debe al daño que van acumulando las células y que producen una degradación progresiva del organismo; cumplir años significa, sin darle más vueltas, seguir vivos. El reto actual de la medicina no se centra en extender la esperanza de vida, que también, sino en aumentar la calidad. Vivir muchos años pero morir siendo jóvenes. «Creo que la primera persona que se va a tomar una pastilla antienvejecimiento ya ha nacido. Esto quiere decir que, quizás un niño que ahora tenga un año, con ochenta se la estará tomando», auguraba Salvador Macip, director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y catedrático de biología molecular de la Universidad de Leicester (Reino Unido). 

El envejecimiento no se debe a un único factor, sino a varios. Es una especie de destino natural escrito en los genes que, a su vez, se mezcla con variables ambientales. La primera de estas dos últimas interviene en los supercentenarios que sin genética no se podrían explicar; mientras que los factores ambientales determinan que uno alcance una edad longeva en comparación al resto de la población.

«Comer sano, descansar y estar activos física y mentalmente. Cuando hablamos ya de longevidades extremas, ahí la genética tiene un papel muy importante y no nos queda más remedio que pensar si hemos tenido suerte al nacer y nos ha tocado una combinación de genes ganadores», exponía Manuel Collado, jefe del laboratorio de Envejecimiento, Cáncer y Células Madre en el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (Idis). Son pocos los que resultarán con esta fórmula mágica. Al resto de mortales solo le queda cuidar a su organismo y evitar, en la medida de lo posible, el daño celular. 

La cantidad importa

El doctor Vicente Mera, responsable de la Unidad de Medicina Genómica y Envejecimiento Saludable de Sha Wellness Clinic y uno de los mejores médicos de Europa en el campo de la Medicina Antiaging, tiene claro que sentirse siempre joven se basa en tres pilares: nutrición, ejercicio y salud mental. 

Saber qué comer es tan importante como cuánto consumir. «Hay gente que malgasta esfuerzos en una alimentación de mucha calidad, pero lo primero es la cantidad», destaca Mera, quien apunta que la población general tiende a consumir altas cantidades para la actividad física que desempeña. El experto en antienvejecimiento habla de un concepto que aprendió durante su estancia en Japón: Hara Hachi Bu. «Viene a decir que siempre nos quedemos con un poquito de hambre. Significa que no le metas al estómago más de 8 partes de 10», explica. ¿La razón? «Se ha visto que hacer esta especie de ayuno, el quedarse con algo de hambre, es tremendamente beneficioso para la salud y el envejecimiento». En resumidas cuentas, que se evite comer hasta reventar. 

La calidad de la comida, otro de los pilares

Con todo, hablar solo de cantidad no basta. La calidad de la materia prima también es importante. Para ponerlo fácil, Mera habla de dos grupos de alimentos: los superalimentos y los antialimentos. «Los primeros te quitan el apetito porque te sacian antes y mejor, aportan vitaminas y antioxidantes y, por lo tanto, contribuyen a reducir el envejecimiento», explica. 

Más allá de frutas y verduras, pone ejemplos concretos. Influenciado por su trayectoria en países asiáticos, el experto recomienda, en primer lugar, el consumo de miso, un condimento basado en una pasta japonesa hecha con semillas de soja o cereales, sal marina y fermentada con el hongo koji, que se suele utilizar para hacer sopa. 

Suena exótico pero a estas alturas ya está disponible en casi cualquier supermercado. «Me gusta mucho porque tiene distintas propiedades. Suele saciar bastante, lo que resulta importante pues el problema para muchas personas es el apetito. Tiene nutrientes a destacar para la piel, el hígado o el riñón; también es prebiótico, porque es un alimento fermentado; y por último, tiene un efecto sobre el envejecimiento demostrado», detalla. Visto así, ¿quién no querría consumirlo? 

Ahora bien, no es el único. El aceite de oliva virgen extra, las aceitunas, la remolacha, el jengibre o el pescado azul también cuentan. Todos ellos deberían estar en toda lista de la compra. 

Los «antialimentos», aquellos que se recomienda evitar a diario

En el otro lado de la balanza se encuentran los antialimentos, «que tomados en grandes cantidades o en situaciones inadecuadas pueden ocasionar más perjuicios que beneficios», indica el doctor. El experto pone varios ejemplos. El primero de ellos, el azúcar. «Suele formar parte de productos ultraprocesados, que son perjudiciales para la salud. Dan energía y placer. Si alguien corre una maratón lo necesita, pero en personas sedentarias no recomiendo su consumo», detalla. De igual forma, incluye la carne roja en este saco. «Reducir su consumo y sustituirlo por pescado puede ser una buena alternativa. Hay evidencia para relacionarla con problemas de salud como un mayor riesgo de cáncer de colon en personas predispuestas», detalla. 
 

Mitad y mitad: ejercicio cardiovascular y de fuerza

La siguiente base del antienvejecimiento es el movimiento. «Aunque no se conocen bien los mecanismo moleculares sí están suficientemente demostradas las virtudes del ejercicio físico y la longevidad», aclara el experto, que habla de dos tipos. Por un lado se encuentra el cardiovascular, como caminar, correr, andar en bicicleta o nadar; y por otro, el de fuerza. «Hay que encontrar un equilibrio entre ambos. El ejercicio debe ser combinado al 50 %», indica.

Si bien la fórmula ideal consiste en una hora diaria, Mera sabe que esto es poco realista para la mayoría de personas, así que opta por aconsejar que se haga en días alternos. «Si escogemos un día sí y un día no, como mínimo, deberíamos dedicarle media hora. Pero si escogemos todos los días, bastaría con empezar dedicándole 15 minutos». De ahí, solo se podría crecer. 

¡A bailar!

Sin embargo, si hay una actividad por la que Mera apuesta es el baile: «Incluye movimiento, que es fundamental para las articulaciones y evitar que aparezcan los dolores de espalda o de cuello. Pero también se ha visto que previene la demencia y aporta socialización, porque se suele hacer con más gente», detalla.

Todo ventajas para animarse a hacerlo. ¿Y quién no sepa? «Que aprenda», responde. Aunque ojo, sigue recordando la importancia de hacer pesas. «Para esto último, lo ideal es que la persona estuviese acompañada por un profesional, especialmente, para no lesionarse. Habría que empezar poco a poco para ir progresando», cuenta. De una forma u otra, la diferencia entre moverse y no moverse la tiene clara: «Un 20 % de mayor mortalidad». 

Sueño, telómeros y estrés

Con todo, la salud física no hace mucho sin la mental, y el dormir y el estrés tienen mucho que ver. «Los telómeros —los extremos de los cromosomas— son los que miden la edad biológica de la gente, y se ve que aquellos que duermen menos horas presentan unos telómeros más cortos», precisa el experto. En otras palabras: que viven menos años y con menos calidad de vida. Así las cosas recomienda tener entre 40 y 50 horas de sueño semanal, «como una jornada laboral. El problema es que quitamos horas al descanso para ver series o a estar en las redes sociales», detalla. 

Relacionado con el sueño está el estrés. Mera indica que tratar de reducirlo no tiene sentido, «porque a los tres días, esa misma persona estará buscando otra cosa de la que ocuparse». Por el contrario, prefiere hablar de técnicas que contribuyan a llevarlo mejor, «una especie de válvulas de escape». 

Así, hace énfasis en el pranayama. Una práctica de yoga que se basa en controlar la respiración. «Muchas veces, cuando estamos agitados, hacemos una respiración intercostal. El pranayama exige que respiremos con el diafragma, profundamente», detalla Mera. Con tres minutos es suficiente, «y es posible hacerlo en cualquier lugar». Él, por ejemplo, lo pone en práctica entre consultas. Con esto en mente, el estrés se mantendrá, pero no vivirás el día a día con las pulsaciones revolucionadas.

Fuente: La Voz de Galicia

 
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