Economía · 06 Mayo 2021

Sobre las pensiones: una perspectiva a través de Pensions at a Glance

El cambio demográfico producido por el envejecimiento de la población está generando —y generará más aún— presiones financieras en las sociedades. Diferentes proyecciones indican que en las próximas décadas el gasto en salud, cuidados y protección social aumentarán. Este hecho, a la vez que un reto, supone una gran oportunidad para repensar el funcionamiento del Estado del Bienestar, asegurando que las tensiones que se producen entre los diferentes grupos de interés se resuelvan adecuadamente y garantizando el máximo bienestar de los individuos de la sociedad

Uno de los pilares del Estado del Bienestar es la seguridad social1 y en él incluiríamos el sistema público de pensiones. En España, las pensiones pueden ser contributivas —entre otras, existe la necesidad de cotización— y no contributivas —no es necesario haber cotizado para percibirla—. El cambio demográfico afectará, sin duda a este sistema y, en concreto, a las pensiones por jubilación. El debate sobre cómo debería rediseñarse el sistema es vivo y no es para menos: el modelo de pensiones que se elija condicionará por completo la realidad material de las personas mayores de —que no “en”— las décadas venideras. 

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico —sus siglas en inglés son OECD, en español OCDE— elabora un libro e infografías2 sobre la situación de los sistemas de pensiones denominados Pensions at a Glance, traducido literalmente como “Pensiones de un vistazo”. En esta entrada comentaré el último libro disponible, octava edición, publicado en el año 2019 y centrado en analizar los sistemas de pensiones en países de la OECD entre 2017 y 2019. 

En el editorial inicial, el libro pone el foco en un problema que debe abordarse y que también afecta al sistema de pensiones y a los futuros pensionistas: las pensiones para trabajadores no estándar. Los trabajadores no estándar son trabajadores temporales, a tiempo parcial, por cuenta propia. El trabajo no estándar representa según la OECD un tercio del empleo total de los países de la OECD y puede ir desde el 20% en Europa del este a hasta un 46%. Además, existe sobrerrepresentación de mujeres —tiempo parcial— jóvenes y trabajadores con bajo nivel educativo en este tipo de trabajo. Indican que, adicionalmente, estos trabajadores presentan otros problemas como menor seguridad laboral, más estrés laboral y menor calidad laboral, en general. Si los sistemas de protección social se construyeron con una premisa de carreras estables y lineales, ¿qué ocurre con los trabajadores encajados en este perfil? Pensemos en trabajadores que trabajan a través de una ETT, o personas autónomas que regentan pequeños comercios como una librería o una zapatería de barrio. En el segundo caso, aunque contribuyan de forma discrecional y se afilien al sistema de pensiones, sus contribuciones suelen ser menores que los trabajadores estándar con ingresos parecidos y eso generará menores pensiones. Esto también ocurre en España, donde gran parte de los autónomos cotizan por la base mínima y, en ocasiones, por cuestiones estructurales y de la propia economía —personal y colectiva—, su elección está entre ingresos hoy e ingresos en un futuro incierto. Añaden, por tanto, que sería importante mejorar la coordinación entre programas contributivos y no contributivos con el fin de garantizar un buen nivel de ingresos para los mayores que han sido trabajadores no estándar. Algunas medidas para mejorar la coordinación serían convertir las pensiones de primer nivel en prestaciones universales de tarifa plana, abandonar esta red de seguridad progresivamente con el nivel de ingresos o una mezcla de ambas: ofreciendo una parte universal y otra dependiente de los ingresos.

    En el libro también destacan las reformas más importantes en los años estudiados entre los países seleccionados: 1) limitar el aumento en la edad de jubilación o ampliar las opciones de jubilación anticipada, 2) aumentar la edad de jubilación, 3) favorecer incentivos laborales, 4) aumentar el nivel o ampliar la cobertura de pensiones de primer nivel, 5) aumentar prestaciones a la vez que se reducen las contribuciones para personas de bajos ingresos, 6) suspender el ajuste de las pensiones con el cambio demográfico, 7) acercar las pensiones públicas a las privadas, 8) cambiar los ratios de contribución o expandir las opciones de contribución, 9) ampliar la cobertura de pensiones obligatorias o desarrollar programas de inscripción automática y 10) cambiar las normas impositivas para pensionistas. Entre las páginas 48 y 64 detallan en una tabla cuáles son esas reformas por países. Resumiendo, y en general, las principales medidas pasan por flexibilizar los años necesarios para recibir la pensión, aumentar la prestación, ampliar la cobertura o favorecer el ahorro privado. Por otro lado, prevén que la edad normal de jubilación en la OECD para una persona que comience a trabajar con 22 años se sitúe en términos medios por encima de los 66 años. Si pensamos en el caso de España, con tasas de desempleo juvenil cercanas al 40%, el problema se complica. 

Otro de los capítulos del libro se centra en mostrar el contexto demográfico y económico y para ello analizan seis indicadores: número de nacimientos, aumento de esperanza de vida, número de personas mayores sobre el número de personas en edad de trabajar, tasa de empleo de personas mayores, edad efectiva de salida de mercado laboral y esperanza de vida tras la salida del mercado laboral. 

Sobre el número de nacimientos —ratio de fertilidad, calculado como número de hijos por mujer en edad fértil— se sitúa términos medios para la OECD en 1,66 y consideran que para que se mantuviese la población constante haría falta que el número de niños fuese de 2,1 —este número se denomina tasa de reemplazo—. La explicación del bajo número en el ratio de fertilidad se debe a diversos factores que van desde la precariedad material de la juventud hasta cambios en los sistemas de valores y sociales. Desde el punto de vista social, económico y político, las políticas públicas deben ir por la senda de ofrecer mayor protección para ser madre.

Respecto a la esperanza de vida, indican que este aumento es uno de los mayores logros de este siglo y se prevé que siga aumentando. En el periodo 2015-2020, la esperanza de vida al nacer se sitúa en 78,1 años para los hombres y 83,4 años para las mujeres. Sobre este dato, desde las políticas públicas se debe garantizar un nivel de ingresos adecuados para las personas mayores y que su calidad de vida sea la mayor posible con el fin de paliar los gastos vinculados a enfermedades relacionadas con el propio envejecimiento. Las políticas de envejecimiento saludable son clave.

El ratio personas mayores sobre personas en edad de trabajar —número de personas mayores de 65 años sobre número de personas entre 20 y 64— es de 31 por cada 100 en términos medios. Indican que hace 30 años el dato era de 21 por cada 100 y se espera que llegue a ser de 53 sobre 100 en los próximos 30 años. Este ratio depende de la fertilidad, la mortalidad y la migración. En España, este ratio es de 32,8 y se espera que sea de 78,4 sobre 100. 

El ratio de empleo —personas trabajando sobre total de personas en su franja de edad—de personas mayores decrece conforme aumenta la edad y existe bastante variación por países entre personas de 55 a 69 años. En términos medios, se sitúa en el año 2018 en un 72,5% para personas entre 55 y 59 años, 49,6% para personas entre 60 y 64 años y 22,3% para personas entre 65 y 69 años. 

Respecto a la edad efectiva —no normativa— de salida del mercado laboral, la media se sitúa en 65,4 años para hombres y 63,7 años para mujeres en 2018. Se calcula como la edad media de salida del mercado de trabajo para trabajadores mayores de 40 años. Respecto a la esperanza de vida tras la salida del mercado laboral, la media se sitúa en 22,5 años para mujeres y 17,8 años para hombres. Este indicador ha ido aumentando con el paso de los años y supone, sin duda, un mayor uso de recursos públicos y privados para garantizar una vejez digna. 

Por otro lado, a partir de un documento de trabajo elaborado por Ayuso y Chuliá en 2018 comentaré la situación de la brecha de género en las pensiones en España. Las autoras indican que la brecha de género en pensiones de España se sitúa por debajo de la media de la UE si se utilizan las rentas percibidas por los pensionistas. Ahora bien, la brecha se amplía —por encima de la media de la UE— si se considera al total de la población mayor y esto se debe a que las mujeres no tienen pensión contributiva. Al haber tenido una menor participación en el mercado de trabajo —a veces nula— no reciben una compensación como su contraparte masculina. Además, como a nivel legal se favorecieron las carreras largas y continuadas, se creó una ventaja en el grupo de los hombres. Actualmente, la normativa discrimina positivamente a favor de las mujeres —complemento por maternidad—, pero consideran que la legislación entra en vigor en un momento en el que la brecha de género está disminuyendo entre nuevos jubilados y jubiladas debido a los cambios sociales y al aumento de peso de las mujeres en el mercado de trabajo de las últimas décadas. Consideran que actualmente España se sitúa en una fase de transición hacia un régimen de pensiones más igualitario. 

Concluyendo, en sociedades complejas las soluciones son complejas y esto se debe a la multicausalidad intrínseca de los procesos sociales. Aunque en el pasado desde las ciencias sociales se intentaba emular en sencillez a las ciencias naturales como la física —fórmulas relativamente sencillas, que no simples, explicando problemas complejos—, el presente nos muestra que esa visión en nuestras disciplinas es limitada. En el ámbito de las pensiones ocurre lo mismo y para mejorar los actuales sistemas de pensiones son necesarios grupos de investigación multidisciplinares que consideren y traten de forma amplia los retos para crear las mejores oportunidades. Como siempre, el objetivo es mejorar la realidad material de las personas mayores y su calidad de vida.     

1.Los otros son la sanidad, la educación y la atención a la dependencia

2. Además, también se pueden visitar otros documentos interesantes de la OECD del tipo at a Glance. Entre otros: Health at a Glance o Education at a Glance. Algunos de los informes son anuales, otros bienales o, directamente, no tienen una periodicidad específica.

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