Nuestra sociedad lleva muchos años hablando de la evolución demográfica y, de los desafíos y oportunidades que presentará en el marco económico. En este sentido, Juan Fernandez Palacios se apoya en diferentes informes y autores para analizar el escenario -actual y de futuro- del envejecimiento poblacional, poniendo el foco en la importancia de la economía sénior. Su planteamiento se basa en tres pilares: a) Las proyecciones demográficas que se hacían a mediados de los noventa del siglo XX se cumplen en la actualidad; b) La concienciación creciente sobre los efectos del envejecimiento poblacional, entendida como una visión positiva que mejore la capacidad productiva de los sénior y c) la apuesta por economía sénior, más allá del sector público.
1-Las proyecciones demográficas se cumplen
Llevamos toda una vida debatiendo sobre las perspectivas demográficas a largo plazo y sobre el impacto que los escenarios más probables habrán de tener en nuestros sistemas de pensiones. Hace 25 años el informe de la ponencia del Congreso de los Diputados que alumbró el conocido como Pacto de Toledo advertía en su apartado VII.1 del envejecimiento de la población y sus consecuencias, si bien señalaba que “la cuestión demográfica, en sí misma, no adquirirá características preocupantes hasta la tercera década del próximo siglo (XXI)”.
Por aquella fecha se proyectaba un número total de pensiones de 9.417.221 (el 46% de ellas por jubilación) para 2020 y de 10.623.383 (48% jubilación) para 2030. (“La Seguridad Social en el umbral del siglo XXI”, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social). Según los datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social e Inmigración, al cierre de 2020 el número total de pensiones contributivas ascendía a 9.811.124, de las cuales 6.130.604 eran de jubilación.
Esa desviación al alza en casi 400.000 pensiones, en 1,8 millones si nos centramos en las de jubilación, empeora las previsiones en otro dato significativo, la relación entre el número de afiliados cotizantes y el de pensionistas, que se sitúa a 31.05.2021 en el 1,95; este número hay que ponerlo en el contexto de una tasa de dependencia de mayores (cociente entre la población mayor de 64 años y la de 16 a 64) del 30,6% en 2021, que alcanzará su máximo en 2050 (56,9%) (Instituto Nacional de Estadística, Proyecciones de Población 2020-2070).
Pese a la incertidumbre y las mayores dificultades para proyectar a largo plazo el número de cotizantes, cabe esperar que esa evolución se traslade a la relación entre activos y pasivos de nuestro sistema público de pensiones.
Por tanto, iniciando la tercera década del presente siglo podemos comprobar que las advertencias que se hacían a mediados de los noventa del siglo XX para el largo plazo, en el que podemos decir que ya estamos, estaban justificadas. No se trataba de anuncios de agoreros interesados en sembrar sospechas sobre el futuro del sistema público o del enrocamiento de economistas y actuarios en sus propios números.
Por otro lado, no se ha conseguido que nuestro país avance hacia un modelo mixto donde los sistemas complementarios de pensiones compensen el efecto combinado en los sistemas públicos “de reparto” del aumento de la esperanza de vida y la drástica reducción de la natalidad, además de otros cambios relevantes en el entorno económico y laboral. Es una aspiración que también recogía el Pacto de Toledo y que, por muy diversas razones, no se ha cumplido.
2-Concienciación creciente sobre los efectos del envejecimiento poblacional
Consecuencia de todo lo anterior es el nivel de preocupación de la población sobre la suficiencia de ingresos tras el retiro, que alcanza un 6,8 sobre 10 (encuesta Eurostat 4T-2016; edición 2020 de Ageing Europe).
Siendo este un dato esencialmente “no positivo” pone, sin embargo, en evidencia una mayor concienciación ciudadana sobre la seriedad del problema, que tal vez podría inducir a las esferas políticas a atacar la raíz del mismo; algo que no se ha hecho con la determinación suficiente en estos 25 años, o si se ha hecho, se ha revertido posteriormente.
En ese sentido, es destacable el documento “España 2050: fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo” que, elaborado por un amplio panel de expertos, podríamos entender que recoge la visión estratégica del actual Gobierno sometida ahora al debate con los demás actores políticos y sociales. En el mismo se incluye, entre sus desafíos, el número 5 “Preparar nuestro estado del bienestar para una sociedad más longeva”, en el que se explicitan los aspectos clave del problema, a saber:
1) La adaptación del ciclo laboral al aumento de la longevidad.
2) El aumento del gasto público en pensiones.
3) La adecuación de los servicios sanitarios.
4) La provisión de cuidados a largo plazo a una parte creciente de la población.
El diagnóstico que se hace de la situación actual en los distintos capítulos es bastante certero y las medidas que se esbozan apuntan en la dirección adecuada.
Esa mayor concienciación sobre los efectos del envejecimiento poblacional va progresivamente extendiéndose a otro aspecto de la evolución demográfica, en este caso positivo, como es la evidencia de que el aumento de la duración de la vida viene acompañado de una mejora de las condiciones físicas y mentales de la población en edades que, hasta ahora, se han considerado como “de salida” de la fase de participación activa en la economía y en la sociedad. Va asumiéndose en los distintos ámbitos institucionales, nacionales e internacionales, la convicción de que existe un enorme potencial en ese segmento de la población que adjetivamos como sénior, situado en un rango que iría desde los 55 años de edad (cuando suele comenzar la transición entre trabajo y retiro) hasta los 75 (media estimada de finalización del periodo de vida en salud plena) (Eurostat, edición 2020 de Ageing Europe).
Se trata de un grupo que en ningún caso podemos dar por amortizado. De hecho, haciendo de la necesidad virtud, la activación del segmento sénior es no sólo conveniente sino necesaria si queremos mantener el modelo económico y social vigente en Europa, donde la población en edad de trabajar viene reduciéndose en la última década hasta el punto de que, con el tamaño de la población manteniéndose constante, el riesgo de escasez de recursos laborales se incrementa, haciendo más difícil a su vez el mantenimiento de los actuales niveles de producción de bienes y servicios.
El Libro Verde sobre el Envejecimiento recientemente publicado por la Comisión Europea y ahora sometido al debate de los ciudadanos, instituciones y agentes sociales, se hace eco de esta realidad al recoger el dato de que en Europa “…sólo el 59,1% de aquellos entre 55 y 64 años de edad estaban empleados en 2019, frente al 73,1% de la banda de edad 20-64. Después de los 50 el riesgo de desempleo de larga duración se incrementa”. A pesar de ello, la buena noticia es el acelerado crecimiento de la tasa de empleo en aquella franja de edad, de más de 20 puntos en la Unión Europea en el periodo 2004-2019 (12 puntos en España) (Eurostat, edición 2020 de Ageing Europe).
El fenómeno afecta especialmente a las zonas rurales. En concreto y en nuestro país, sólo 6 provincias (Madrid, Barcelona, Girona, Navarra, Málaga y Almería) podrían mantener constante la población en edad de trabajar sin elevar la edad de retiro efectivo más allá de los 65 años (Libro Verde del Envejecimiento, escenarios basados en proyecciones de Eurostat).
El desplazamiento del ciclo vital de las personas surge, por tanto, como la mejor oportunidad para aprovechar la capacidad productiva de los sénior. Para ello, el posicionamiento institucional aludido en favor de la economía sénior o “silver economy” es necesario, pero también lo es el de las empresas y los ciudadanos, lo que exige un cambio cultural en la consideración de la edad madura.
3- Apuestas por la economía sénior
El impulso a ese cambio no puede venir sólo del Sector Público. También desde distintos ámbitos privados se han puesto en marcha iniciativas con idéntico objetivo, entre ellos desde el Grupo Mapfre que en 2020 decidió crear el Centro de Investigación Ageingnomics en el seno de su Fundación (ageingnomics.fundacionmapfre.org)
Con una vocación completamente exenta de ánimo de lucro, como corresponde a los fines y actividades que promueve fundación Mapfre, queremos contribuir al desarrollo de la “economía plateada”, poniendo en valor la capacidad de producción y consumo de los sénior.
Desde una visión holística el Centro de Investigación Ageingnomics ha iniciado su andadura con una serie de actividades y proyectos que ayudarán a visibilizar las oportunidades emergentes en la economía sénior, entre ellos: el Barómetro del Consumo Sénior, el Mapa del Trabajo Sénior, la Metodología para la medición de la Economía Plateada, la Guía para el Emprendimiento Sénior o el Ránking de Territorios Amigables con los sénior.
Huimos de la mera equiparación de la silver economy con el “silver market”; este es importante y es en el que tratamos de profundizar a través del Barómetro del Consumo Sénior, cuya primera edición está disponible en la web del CENIE y en el que nos encontramos en fase de elaboración de la segunda edición. Las conclusiones del primer estudio son reveladoras, en tanto que demuestran el protagonismo de los sénior en la economía a través de sus pautas de consumo y ocio, vivienda, salud o tecnología, desmontando algunos mitos y lugares comunes.
Este análisis ha de complementarse con la apuesta de los proveedores de bienes y servicios por la adecuación de su oferta a las necesidades de este segmento de población, algo que ya forma parte de las estrategias de los diferentes grupos y empresas y que asimismo interesa monitorizar.
Y si la importancia del papel de los sénior como consumidores no es objeto de discusión, es en su papel como productores donde se requiere un mayor impulso. El análisis del grado de aprovechamiento de la labor de los trabajadores maduros, bien sea en el seno de las empresas, bien en el ámbito del emprendimiento, es objeto de un estudio de próxima publicación promovida por el Centro de Investigación Ageingnomics. Las conclusiones preliminares anticipan un largo camino por recorrer hasta la óptima utilización del talento sénior. Y aquí debemos destacar la importancia del apoyo al emprendimiento como forma de materializar la participación de los sénior en la actividad productiva, clave en el objetivo de compatibilizar el trabajo de los mayores con la integración laboral de los jóvenes, desterrando la idea de que el trabajo de unos va en detrimento del de los otros.
El trabajo de los sénior dentro y fuera de las empresas es la gran asignatura pendiente para la consolidación de la economía plateada.
Y todo esto tiene que ser medido, para favorecer la comparación por territorios, la extensión de las mejores prácticas entre los mismos y el seguimiento de su evolución en el tiempo. Se necesita una Metodología de Medición de la Economía Plateada que es la que también desde Ageingnomics tratamos de consolidar a partir de una propuesta cuyo desarrollo se ha encargado a un equipo de investigación de la Universidad de Comillas y que acaba de publicarse.
Es nuestra vocación reforzar la colaboración con las universidades para los proyectos de investigación, así como con otras instituciones con las que compartimos objetivos, como es el CENIE.
Y aunque la perspectiva económica es prioritaria en nuestra visión, no es la única; creemos en la implicación desinteresada de los sénior en el voluntariado y la acción social, en la puesta de sus conocimientos y experiencia al servicio de causas de apoyo a segmentos vulnerables de la sociedad. Pero, también, consideramos imprescindible reforzar la autoestima de las personas, frecuentemente menoscabada por la idealización de la juventud como único modelo de ser y estar en plenitud de participación social. Mantenerse activo, participativo y, en definitiva, vital independientemente de la edad, acerca a los individuos a la felicidad y provee soporte a los que asirse ante los reveses de la vida.
Como señala Adela Cortina, “es esencial recordar siempre que lo más importante radica en la edad personal, que es fruto de la suma de la edad cronológica y el proceso o edad vital… la edad social, como la de jubilación, aun siendo convencional, influye mucho en la autoestima de las personas, porque somos animales sociales y los símbolos nos marcan…Considerar a las personas en edad de jubilación como no productivas e incapaces es pernicioso y poco inteligente” (Conferencia de apertura del Seminario Ageingnomics 2020, Envejecimiento y Covid-19).
El economista y actuario Juan Fernández Palacios afirma en su artículo: “el desplazamiento del ciclo vital de las personas surge como la mejor oportunidad para aprovechar la capacidad productiva de los sénior (…) lo que exige un cambio cultural en la consideración de la edad madura”. En estas líneas mi aproximación a ese progreso social reside en el mercado laboral y los seniors.
La población que supera los 55 años tiene capacidad para aportar y así lo puso de manifiesto el Mapa de Talento Senior presentado el día 1 de octubre de 2021 coincidiendo con el día internacional de la persona mayor. Más de cuatro millones de seniors forman parte de la población activa en nuestro país; casi un millón de seniors son autónomos y por lo menos 100.000 seniors son emprendedores. Los activos mayores crecieron desde 2008 en 1.600.000 efectivos. No solo hay más seniors ocupados en nuestro mercado laboral, sino que se mantienen empleados más años. El talento senior, por tanto, está muy presente en la economía española y no solo en términos absolutos sino también relativamente.
Uno de cada cinco ocupados son seniors y uno de cada tres autónomos españoles tienen más de 55 años. Y su tasa de participación en la población activa total pasó del 11 % al 18,3 %.
Pero que los adultos mayores sigan aportando a la economía no es motivo de satisfacción plena ya que este informe ha demostrado que más de medio millón de seniors queriendo trabajar no pueden hacerlo. A su vez, la mitad de los desempleados senior llevan más de dos años sin trabajar. Las cifras de parados senior casi se han triplicado desde 2008. También las tasas de emprendimiento senior están por debajo de las de otras cohortes de edad y lejos de nuestros pares europeos. Por último, se ha detecta una consolidada tendencia de los seniors a abandonar prematuramente el mercado laboral, en algunos casos puede llegar a producirse a una edad tan anticipada como los cincuenta y pocos años lo cual alarga el periodo de ociosidad postlaboral a más de 30 años, un tiempo equivalente o incluso más largo al de la actividad.
Lo anterior supone una pérdida de oportunidades en términos de riqueza que diferentes estudios internacionales han tasado en varios puntos del PIB. Además, las ventajas de la conocida como economía de la longevidad, debido a ello, no son aprovechadas suficientemente por las empresas. En este momento conviene recordar que España tiene las mejores circunstancias para ser el país de referencia en la silver economy por su liderazgo en longevidad, sistema sanitario y de dependencia y apertura al exterior. No obstante, esta oportunidad se alejará, si los seniors no están presentes en el mercado laboral trabajando.
Urge tomar decisiones, pero esta llamada no afecta solamente al sector público sino también a las empresas, a los representantes de los trabajadores y a los propios seniors. Hacer viables “segundas carreras” con la prejubilación activa, desincentivar las prejubilaciones, sancionar los que abusen del despido y fomentar que quienes lo deseen puedan trabajar más allá de la edad legal son alguna de las propuestas para la administración. Pero de nada servirá si las empresas no acogen en su seno la riqueza de la diversidad generacional y los propios seniors no asumen que una de las mejores formas de envejecer con salud es seguir siendo útil trabajando.
Creo que lo más importante es saber por qué el “talento senior” se manifiesta tan escasamente. Hay tres tipos de obstáculos para que no lo haga:
También convendría establecer medidas que permitiesen establecer la verdadera productividad de los trabajadores de edad avanzada,. muchos tienen activos increíbles, pero otros no y hay que ser realistas.
Como referencia a esta respuesta: https://elpais.com/economia/2017/11/16/actualidad/1510826386_527772.html
Recientemente se acaba de publicar el Libro Verde de la Comisión Europea sobre el envejecimiento, que sin duda constituye una base muy sólida de análisis para iniciar un amplio debate político sobre esta materia, con el fin de discutir opciones sobre cómo anticiparse y responder a los desafíos que plantea y las oportunidades que brinda.
El Libro Verde asume un enfoque basado en el ciclo de vida, reflejando, entre otros aspectos, el hecho de que responder al envejecimiento de la población es cuestión de encontrar el equilibrio justo entre unas soluciones sostenibles para la red de protección social y un refuerzo de la solidaridad y la justicia intergeneracionales entre los jóvenes y las personas mayores. Resulta, por tanto, necesario implicar a los jóvenes, y en general a las personas de cualquier edad, a la hora de diseñar una respuesta política al reto del envejecimiento.
Una de las primeras claves que recoge el Libro Verde para evitar, limitar o posponer algunos de los desafíos vinculados al envejecimiento es adoptar desde la infancia hábitos de vida saludables, lo que a su vez redundará en un envejecimiento saludable y activo que es absolutamente necesario para hacer realidad el crecimiento de la “Economía Plateada”. Y aunque se trata en gran medida de una elección y una responsabilidad personales, las políticas públicas pueden desempeñar una importante función de apoyo.
Otro aspecto importante en esta línea es fomentar el aprendizaje permanente (invertir en los conocimientos, capacidades y competencias de las personas a lo largo de sus vidas).
La educación y la formación durante toda la vida laboral ayudan a mejorar la empleabilidad en un mundo laboral cambiante, lo que va a permitir a las personas que se forman de manera continuada prolongar su vida laboral y mejorar su productividad. E incluso en las etapas de retiro, se ha demostrado que continuar con ese aprendizaje permanente es esencial para un envejecimiento saludable y activo.
Un tercer aspecto relevante para poder capturar todo el potencial de los sénior es trabajar, como individuos y como sociedad, para combatir el edadismo. Según el Informe mundial sobre el edadismo de Naciones Unidas, también publicado recientemente, se calcula que una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas, lo que empobrece la salud física y mental de las personas sénior, además de reducir su calidad de vida, y cuesta cada año miles de millones de dólares a la sociedad. A modo de mero ejemplo, dicho informe pone de manifiesto que en Australia se calcula que si un 5% más de personas de más de 54 años tuviera trabajo, se generarían cada año AUD$ 48 000 millones en la economía del país. Acabar con los estereotipos y la discriminación laboral y de cualquier otro tipo que sufren las personas más mayores es otro factor clave para lograr el desarrollo de la “Economía Plateada”.
El Libro Verde señala que la “Economía Plateada”, entendiendo como tal un cambio general de la demanda de productos y servicios que refleja las necesidades y preferencias específicas de las personas mayores, representa una oportunidad para la UE dado que se espera que la misma crezca en torno al 5 % al año desde los 3,7 billones EUR en 2015 hasta los 5,7 billones EUR en 2025.
Finalmente, un último aspecto que resulta imprescindible para que crezca la “Economía Plateada” es garantizar que cuando las personas se jubilan dispongan de pensiones que les permitan unos niveles de vida dignos. Para ello es necesario adoptar las medidas necesarias, por un lado, para asegurar la sostenibilidad y adecuación de los sistemas públicos de pensiones, entre las cuales necesariamente ha de estar la prolongación de la vida laboral; y por otro lado, para impulsar que las personas que se jubilan también dispongan de unos sistemas complementarios de pensiones, tanto de empleo como individuales, que junto con la pensión pública hagan posible unos patrones de consumo tras el retiro similares, en cuanto a su nivel, a los existentes antes de la jubilación. Ello incluye, asimismo, establecer los mecanismos necesarios para que los ciudadanos, a partir de la edad en la que empiezan a trabajar, sean conscientes de sus expectativas reales de pensión.
Algunas palancas:
A) Fomentar la educación de por vida, sin limitaciones por edad o situación
B) Proscribir la jubilación obligatoria a cierta edad, también la incentivada por convenios y pactos. Garantizando que la persona esté en condiciones de cumplir con su obligaciones laborales.
C) Permitir fórmulas de jubilación parcial variadas.
D) Identificar el edadismo y reducirlo
E) Valorar la aportación voluntaria, no retribuida, incluso la intrafamiliar y divulgarla. Mejorar la estima de los mayores reconociéndoles su aportación, no la pasada sino la actual
F) Abrir los centros de mayores a la sociedad, no caer en guetos, fomentar la intergeneracionalidad
G) Dar a los seniors información de cara a las posibilidades que tiene en su etapa de vida