La esperanza de vida se ha mantenido relativamente constante, en torno a los 40 años de edad, a lo largo de los diferentes periodos históricos. No ha sido hasta la segunda mitad del siglo XX, en la que se produjo una mejora generalizada en las condiciones de salubridad y en la atención médica, cuando muchos países han experimentado un notable incremento en la esperanza de vida al nacer hasta superar los 80 años de edad como sucede actualmente en España. De hecho, los recientes avances científicos y tecnológicos permiten vaticinar que a lo largo de las próximas décadas cada vez será más frecuente que los seres humanos puedan superar la barrera de los 100 años. Este constante incremento de la esperanza de vida traerá asociadas una serie de consecuencias económicas, sociales y sanitarias cuyo impacto real es difícil de anticipar, pero a las que será necesario dar una respuesta efectiva. Determinar cuáles son los factores que favorecen la longevidad puede ser la mejor herramienta para aventurar los posibles escenarios futuros y anticipar estrategias con el propósito de salvaguardar el correcto funcionamiento del estado del bienestar.
La identificación de los mecanismos relacionados con el alargamiento de la vida, así como de las complejas interacciones que se establecen entre ellos, es una tarea laboriosa que requiere de la integración de disciplinas tan dispares como la genética, la medicina, la psicología, la sociología, la epidemiología, la demografía o la economía. Solo mediante el abordaje multidisciplinar se puede alcanzar un nivel de comprensión suficiente como para desentrañar las claves de un fenómeno tan complejo como el envejecimiento saludable y la longevidad. En este sentido, el estudio de los estilos de vida juega un papel clave en el cambio de paradigma de la longevidad y el envejecimiento. Factores como la alimentación, el ejercicio físico, el estrés, la actividad intelectual o la frecuencia y la calidad de las interacciones sociales son piezas de un rompecabezas que podría ayudar a aumentar la esperanza y la calidad de vida. En términos prácticos, si se pudiera envejecer más lentamente se podrían retrasar de manera simultánea la aparición y progresión de un gran número de enfermedades incapacitantes.
Así pues, en el estudio de la longevidad se está produciendo un salto desde la perspectiva de la medicina curativa hacia una visión más amplia de tipo preventivo. Concretamente, el interés se centra en determinar cuál será la esperanza de vida probable de un individuo para así determinar qué enfermedades tiene más posibilidades de desarrollar y combatirlas antes de que se manifiesten mediante intervenciones personalizadas, mejorando su calidad de vida. El Programa de Investigación en Longevidad España-Portugal +90 (PILEP+90) contribuye a este fin en la medida en que trata de dilucidar aquellos aspectos demográficos, clínicos, cognitivos y funcionales que se comportan como factores protectores asociados al envejecimiento saludable.
En el momento actual, PILEP+90 se encuentra inmerso de lleno en la primera fase del estudio.
En concreto, ya han sido seleccionadas las personas mayores de 90 años participantes en el proyecto a las que se están realizando entrevistas a domicilio para, posteriormente, analizar los datos recabados. En concreto, se está recogiendo la siguiente información de interés:
a) Datos demográficos: edad, sexo, nivel de estudios, ocupación, estado civil, tipo de convivencia, estatus socioeconómico.
b) Historial médica y medicación actual.
c) Estado cognitivo: quejas de memoria y rendimiento en un test cognitivo breve.
d) Salud percibida y calidad de vida: estado de salud general, estado físico y emocional, actividades cotidianas, apoyo social, dolor, sentimiento de soledad.
e) Dependencia funcional: situación de discapacidad y de dependencia, existencia de déficits sensoriales relevantes, capacidad para realizar tareas cotidianas.
f) Hábitos y estilos de vida: datos biométricos, sueño, estrés, consumo de tabaco y alcohol, alimentación, actividades cotidianas.
Cuando finalice la primera fase de PILEP+90 los investigadores estarán en disposición de describir algunas de las características asociadas con el fenómeno de la longevidad. Sin embargo, no será hasta la culminación de la segunda fase, en la que se llevará a cabo un exhaustivo examen clínico a una submuestra de personas mayores de 90 años libres de demencia, cuando se obtenga un mayor volumen de datos con los que poder construir modelos predictivos de longevidad. Mediante el uso de técnicas de minería de datos PILEP+90 se convertirá en una herramienta muy valiosa para la identificación de factores de envejecimiento saludable relacionados con el estilo de vida y que, por tanto, son susceptibles de ser modificados. La creación de algoritmos basados en el procesamiento de datos clínicos, cognitivos, demográficos, etc. puede orientar la toma decisiones en salud y ayudar a implementar programas preventivos individualizados. En última instancia, este programa de investigación persigue retrasar los efectos del envejecimiento cognitivo, disminuir el riesgo de desarrollar una demencia, fomentar el nivel de independencia funcional e incrementar la calidad de vida de todas las personas mayores.