Ya sabemos que el envejecimiento característico de nuestra sociedad es un fenómeno que resulta de la convergencia de distintos procesos demográficos: vivimos más años (lo que es un gran logro social) pero también nacen menos niños (lo que no lo es). Así, cuando hablamos de que una sociedad ha envejecido no solo nos estamos refiriendo al aumento de la esperanza de vida, sino que otras variables influyen en ese proceso. También estamos hablando de la natalidad y del porcentaje de niños, sin duda (la base de la pirámide de población). De manera indirecta, cuando hablamos del envejecimiento de territorios concretos, esa afirmación también contiene otras cuestiones como la movilidad residencial que se produce en ese lugar: población que recibe de otros territorios y población que emigra.
Sin duda cabe preguntarse qué regiones de España están más envejecidas o en qué regiones hay más personas mayores. Son dos preguntas distintas: si una región tiene un número mayor de población, lo lógico es que tenga también más personas mayores. Es importante que tengamos en cuenta los números totales para responder a las necesidades potenciales. Por ejemplo, cuántas plazas en centros de día podríamos necesitar o en general, qué tipo de recursos y en qué número los necesitamos para dar solución a las demandas de ese número de personas mayores. Sin embargo, si lo que queremos saber es qué zonas están más envejecidas de forma comparativa, prestaremos atención a la proporción de personas mayores: qué porcentaje de mayores de 65 años hay sobre la población total. Este dato nos permitiría conocer otras cuestiones relacionadas con la sostenibilidad demográfica, el reparto de cargas económicas y sociales...Siempre y cuando además tengamos otros datos, claro. En sí mismo, el dato no nos da necesariamente datos sobre la sostenibilidad de las pensiones a nivel territorial, porque no sabemos qué porcentaje de personas trabajan o están en disposición de hacerlo (para eso necesitaríamos más datos sobre empleo y afiliación a la seguridad social). Pongamos un ejemplo extremo: una sociedad con un bajo porcentaje de personas mayores podría estar compuesto por un número muy elevado de niños (ya dije que era extremo, España con su bajo índice de natalidad sin duda no sería) y muy pocos adultos en edad de trabajar. Necesitamos por lo tanto saber más datos. Pero en general, sí nos da una aproximación sobre cómo se reparte la población y qué zonas están más envejecidas a nivel comparativo, que es lo que vamos a ver hoy. Podríamos mirar también el sobreenvejecimiento (mayores de 80 u 85 años, según decidamos el umbral, sobre el total de mayores de 65 años) si queremos obtener una imagen más clara sobre las necesidades. Recordemos que el de los mayores es un grupo muy heterogéneo que ocupa una cantidad cada vez más elevada de años.
Para conocer la situación en el territorio español vamos a analizar tanto el número de personas mayores por región como la proporción respecto de cada territorio con los últimos datos disponibles -1 de enero de 2019- gracias a la información del padrón continuo.
Mapa 1: Mayores de 65 años por región. España, 2019
Fuente: estadística del Padrón Continuo (Instituto Nacional de Estadística). Datos provisionales a 1 de enero de 2019.
Las regiones del mapa que aparecen más oscuras son las que tienen un mayor número absoluto de personas mayores. Esta cifra está en directa relación con el número total de población (de nuevo: a más población lo normal es tener también mayor número total de personas mayores). Sin embargo, no significa que estas zonas estén necesariamente más envejecidas. Podemos acordarnos de nuestro ejemplo anterior. Para ver la relación entre ambas cuestiones, analizaremos el porcentaje de personas mayores sobre el total de la población de cada región. Y como vemos si comparamos la información del mapa 1 con los datos en el gráfico 1, no son coincidentes:
Gráfico 1: Porcentaje de personas mayores por región y ciudad autónoma. España, 2019.
Fuente: elaboración propia a partir de estadística del Padrón Continuo (Instituto Nacional de Estadística). Datos provisionales a 1 de enero de 2019.
Un caso claro sobre la relación entre ambas cuestiones sería el de Andalucía: tiene el mayor número de personas mayores de 65 años en toda España (1.439.626) pero su envejecimiento está por debajo de la media española: el 19,26% de las personas que viven en España es mayor de 65 años. Recordemos que el total de personas mayores residentes en España es de 9.055.580 y el total de la población a 1 de enero de 2019 es de 47.007.367 personas. Lo que podemos ver de manera muy rápida con las figuras anteriores es que hay una clara diferencia entre el norte, que aparece más envejecido, y el sur de España. Asturias, Castilla y León, Galicia, País Vasco y Cantabria serían las regiones más envejecidas, frente a las ciudades autónomas de Melilla y Ceuta (que presentan una diferencia ¡de más de 15 puntos! con Asturias y de 9 puntos porcentuales con la media española) seguido por las Islas Baleares, Murcia y Andalucía.
¿Para qué es importante conocer lo anterior? Tanto el peso relativo de las personas mayores como su número total tienen que ser tenidos en cuenta a la hora de diseñar políticas públicas a nivel territorial. No solo en lo que refiere a pensiones (que sería una cuestión para tratar desde el nivel nacional), sino en lo que refiere a otros aspectos de mejora de la calidad de vida de la población mayor y de la población en general. Entrarían aquí aspectos referidos a servicios sociales y sociosanitarios, cuestiones referidas a los cuidados y a su planificación (tanto los que se dan a nivel privado como los que están basados en el sistema público) así como otros aspectos y manifestaciones de la solidaridad social y familiar (que tiene dos direcciones), por poner algunos ejemplos. Para ser más efectivos, deberíamos prestar atención a los datos locales. Pero teniendo en cuenta que el marco que determina el alcance de determinadas políticas es regional (en ese sentido somos un país descentralizado, lo cual es positivo porque en teoría es más sencillo planificar e implementar políticas sociales desde estos niveles intermedios) este sería un primer nivel a tener en cuenta. Con estos datos podríamos también repensar y potenciar desde un nivel regional la necesidad de acciones que permitan incrementar la frecuencia y la calidad de las relaciones intergeneracionales. Si la estructura poblacional está cambiando, necesitamos adaptarnos a ella en positivo, no solo a nivel de su estructura organizativa, sino especialmente en la olvidada dimensión de las relaciones sociales y en formas de potenciar estas desde el nivel público. Si queremos que nuestra sociedad sea inclusiva, esto pasa por tener en cuenta la estructura de la población y la representación de las personas mayores en ella.