En esta segunda parte (primera parte en el link), el autor reflexiona sobre dos asuntos: sobre la importancia de la unificación de conceptos y términos al comienzo de un proyecto multidisciplinar y sobre cómo distribuir el trabajo del estudio del estado del arte entre los miembros de un equipo investigador. Como en la parte precedente, lo hace desde su experiencia personal en proyectos de ingeniería.
El asunto de la terminología usada en proyectos multidisciplinares es de capital importancia, sobre todo en proyectos muy retadores, con varios socios provenientes de culturas científico- tecnológicas distintas. Por ejemplo, la colaboración de los ingenieros con médicos, biólogos, químicos, etc., es cada vez más frecuente y se pueden plantear proyectos de colaboración con un efecto sinérgico muy notable para todos los socios. En este tipo de proyecto, la realización de reuniones durante el estudio del estado del arte es fundamental para facilitar el progreso de cada socio en su campo. En estas reuniones es preciso aclarar los significados de los términos propios de cada campo, ya que en caso contrario se puede llegar a importantes malentendidos. Muchas veces, investigadores experimentados en su campo sienten un cierto rubor por pedir aclaraciones muy básicas sobre terminología y sobre conceptos y métodos propios de otros campos.
En la fase del estudio del estado del arte de cada parte del proyecto, la información debe fluir entre los socios, incluso la más básica, de tal forma que el entendimiento entre ellos esté finalmente asegurado y se puedan así encarar correctamente las fases posteriores del proyecto. Mi experiencia es que resulta muy útil (y que a largo plazo ahorra mucho tiempo) la organización de pequeños seminarios, en los que los socios expongan de manera muy didáctica (descendiendo a un nivel muy básico) las cuestiones esenciales científico-tecnológicas de su parte del proyecto: cuáles son los retos, dónde surgen los problemas, qué soluciones posibles existen (con sus ventajas e inconvenientes), qué técnicas se pueden seguir, qué costes y plazos tienen, etc. En estos seminarios es muy probable que afloren discrepancias sobre lo que significan, en cada campo científico-técnico, palabras de uso común en muchos de ellos, como componente, equipo, sistema, experimento, prueba de concepto, prototipo, sensor, actuador, etc. A modo de ejemplo, me voy a referir a un caso real, que se enmarca en un proyecto en el que tuve la fortuna de trabajar.
El proyecto giraba alrededor del diseño, fabricación y uso en aplicaciones reales, de unos nuevos transistores pensados para trabajar en conmutación, es decir, como interruptores de la corriente eléctrica. Para un ingeniero eléctrico o electrónico, está muy claro que un interruptor permite el paso de la corriente eléctrica cuando “está cerrado”, es decir, cuando existe un camino para la circulación de dicha corriente sin la discontinuidad que supondría una zona en la que existiera aire en vez de un material conductor (un metal, por ejemplo). El dibujo de un interruptor en un esquema eléctrico no deja lugar a dudas sobre esta interpretación (que es la que se usa universalmente). Sin embargo, para personas no acostumbradas a trabajar con esquemas eléctricos, y aunque trabajen en tecnologías muy cercanas (éste era el caso), el razonamiento puede ser justo el inverso: una puerta o un grifo permiten el paso cuando están abiertos y lo impiden cuando están cerrados, lo que lleva a conclusiones opuestas a las mencionadas. En el caso concreto al que me refiero, afortunadamente pronto se detectó la falta de coordinación terminológica, evitando graves problemas posteriores.
Finalmente, quisiera abordar el asunto de cómo repartir las tareas del estudio del estado del arte al comienzo de un proyecto de desarrollo o de investigación. Una vez más, voy a acudir al subjetivismo y referiré mi opinión, una vez más fruto de un trabajo en un campo muy específico.
Normalmente, el tiempo que un investigador puede dedicar a tareas de detalle (como puede ser un análisis exhaustivo de la literatura publicada sobre un tema particular) y la experiencia que posee sobre ese tema, operan en sentido inverso. Es decir: en las épocas de poca experiencia, se dispone de más tiempo y cuando se va teniendo más experiencia se dispone de menos tiempo. Como tiempo y experiencia son ambos ingredientes necesarios para un buen estudio del estado del arte, creo que es ineludible acudir a la división del trabajo entre los miembros del equipo investigador. En mi contexto, funciona bien el siguiente proceder:
- Los investigadores más jóvenes utilizan una parte significativa de su tiempo en recopilar información reciente (sea sobre nuevos componentes en el caso de proyectos de desarrollo, o sea sobre publicaciones recientes en textos, congresos y revistas en el caso de proyectos de investigación). Esta información es leída y resumida, destacando sus puntos esenciales, sobre todo de contraste con relación a lo conocido previamente por el grupo de investigación. Por supuesto, se está considerando que estos investigadores jóvenes ya tienen experiencia suficiente para trabajar directamente en una etapa de estudio del estado del arte, conociendo y dominando los contenidos científico-técnicos clásicos manejados en el contexto general del grupo de investigación.
- Se realizan reuniones-seminario en las que los investigadores jóvenes exponen, de forma sintética, la información asimilada. Los investigadores con más experiencia deben aportar nueva información en estas reuniones, ya que pueden tener una visión más general y crítica, que module la información directamente obtenida por los investigadores jóvenes en las fuentes consultadas. No olvidemos que tanto los fabricantes de componentes como los redactores de los trabajos de investigación son parte interesada en la venta de su “producto”, de tal forma que no siempre hacen suficiente hincapié en las limitaciones de dicho “producto”.
- Completada la fase de generación realista de información (sin eludir la parte crítica), se entra en una fase de toma de decisiones, que en algunas ocasiones puede ser aún parte del estudio del estado del arte, aunque en otras sin duda forma parte de la fase posterior del proyecto. El factor que delimita si estas decisiones son el fin (o no) del estudio del estado del arte es su carácter excluyente (o no). En cualquier caso, en ingeniería resulta muy útil establecer “tablas
de decisión” que ayuden en esta labor. Estas tablas informan con conceptos sencillos (afirmaciones o negaciones, valores estimados de parámetros, probabilidades de éxito, costes estimados en prototipos o en series, complejidades, etc.) sobre los pros y los contras de cada una de las soluciones contempladas. Una selección muy excluyente de soluciones significa el fin del estudio del estado del arte, mientras que una poco excluyente significaría que estamos en una fase más en el estudio del estado del arte, que ayudará a acentuar el enfoque en unas soluciones en detrimento de otras. Las fases del estudio volverían a ser las anteriores (volvemos a “la casilla de salida”), hasta alcanzar el grado de selección preciso para concluir la fase del estudio del estado del arte.
Espero que estas reflexiones, que como dije al principio no son más que una visión subjetiva de un profesor universitario del ámbito de la ingeniería, puedan ser útiles a los lectores del blog.
Autor: Francisco Javier Sebastián Zúñiga, es Ingeniero Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid y doctor Ingeniero Industrial por la Universidad de Oviedo, donde es Catedrático de Tecnología Electrónica desde 1992. Previamente fue Profesor Titular de Universidad en ambas universidades.
La mayor parte del currículum investigador de Francisco Javier Sebastián Zúñiga se centra en actividades relacionadas con el estudio y diseño de sistemas electrónicos de alimentación, incluyendo el desarrollo de nuevas topologías de convertidores para la alimentación de sistemas de comunicaciones, de aviónica, de tratamiento de la información, de carga de baterías y de iluminación basada en LEDs. Ha participado en 65 proyectos y contratos con empresas y ha publicado más de 300 artículos en revistas y congresos internacionales y más de 130 en revistas y congresos nacionales. Ha dirigido 18 tesis doctorales. Es inventor en 3 patentes pertenecientes a la empresa ALCATEL, consecuencia de algunos de los proyectos de investigación realizados para esta firma. Fue editor asociado de la revista “IEEE Transactions on Industrial Electronics” y Coordinador del Área de Ingeniería Eléctrica, Electrónica y Automática en la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP) durante cuatro años. Desde 2014 es director de la Cátedra de Movilidad de la Universidad de Oviedo, financiada por Thyssenkrupp.
Página web: https://www.unioviedo.es/sebas/
Enlace a Google académico: http://scholar.google.es/citations?user=9OfZ03AAAAAJ&hl=es