La calidad de la alimentación durante el envejecimiento es uno de los puntos más álgidos y descuidados, especialmente en la tercera edad. Confundir los conceptos de calidad, precio y cantidad, suele ser muy común.Muchas personas sin la experiencia o el conocimiento adecuado, erróneamente practican una conducta alimenticia equivocada y eventualmente, perjudicial. Cuando llegamos a la edad de retiro y entramos en la tercera edad, nuestra salud nutricional comienza a tomar un papel preponderante en nuestras vidas.
El incremento del riesgo de padecimiento de decenas de enfermedades y los cambios corporales, parecen preocuparnos aún más que a otros grupos etarios.
En algunos casos, la drástica y repentina reducción de la actividad física, se suma a otra serie de factores que inciden en el estado general del adulto mayor. La mala alimentación se establece como uno de los factores más influyentes para el inicio de un proceso de deterioro físico que puede ser crónico en algunas personas.
Se ha descubierto una relación directa entre la calidad de la alimentación y los estados físicos generales en adultos mayores de 65 años. Médicos geriatras han alertado sobre la falta de diagnóstico de estados de desnutrición en adultos mayores como un problema de salud pública.
Un plan alimenticio saludable en la tercera edad tiene la misma importancia que la medicación y el ejercicio físico como determinante de la buena salud general. Aún la persona con la mejor salud física puede correr el riesgo de contraer enfermedades relacionadas a contaminación y mala manipulación alimentaria.
Riesgos relacionados a la alimentación en la tercera edad
Por muchos años, se ha tomado a la población por encima de los 65 años como uno de los grupos vulnerables de la sociedad. A partir de la entrada en lo que se conoce como la tercera edad, más o menos, a partir de los 65 años, se inician una serie de cambios físicos. Según estudios publicados por el gobierno de los Estados Unidos, las personas mayores, pueden sufrir algunos problemas de salud relacionados a la alimentación. Algunos deterioros del estado físico de varios órganos, puede producir una mayor vulnerabilidad ante ciertas prácticas alimenticias.
Los problemas más frecuentes son:
Por ello, el estado de los alimentos juega un papel de suma importancia dentro de la alimentación del adulto mayor. La disminución de los mecanismos de defensa del organismo compele a que tengamos un mayor cuidado en el estado de los alimentos a ingerir. Al llegar a la tercera edad, experimentamos un incremento del riesgo de contraer enfermedades relacionadas con una ingesta insalubre de alimentos. Parasitosis, intoxicaciones alimentarias y padecimientos enterales, pueden ser de mayor gravedad con la edad.
Seguridad alimentaria en la tercera edad
Durante el proceso de envejecimiento, el organismo incrementa el riesgo de padecer enfermedades relacionadas al estado de los alimentos. Este riesgo está directamente relacionado con la pérdida de la capacidad defensiva del cuerpo.
Es por ello que, la alimentación, en adultos mayores, debe obedecer a una serie de procedimientos de seguridad alimentaria especialmente dedicada. La elección de alimentos más seguros puede ser una de las prácticas más importantes en el cuidado de la salud durante el envejecimiento.
Las 4 reglas de oro
La manipulación de los alimentos debe obedecer a una serie de procesos que, aplicados de manera correcta, garantizan una mayor seguridad en la alimentación. Estas prácticas deben ser seguidas por la persona, cuidadores y todos aquellos relacionados con la alimentación del adulto mayor.
Las 4 reglas de oro para la seguridad alimentaria son:
La incorporación de una rutina de limpieza diaria combinada con una limpieza a profundidad semanal, es fundamental. El uso de productos germicidas, jabones y elementos antibacteriales es crucial. Obviamente, se deben elegir aquellos productos inocuos y seguros para estar en contacto con alimentos.
La mayoría de las bacterias no sobreviven a temperaturas superiores a los 80ºC, es por ello que deben cocinar todos los alimentos de manera apropiada.
El agua: Angel y Demonio
El agua es vida, de eso no cabe la menor duda. Durante toda la vida debemos mantener una correcta hidratación para que nuestro cuerpo se mantenga funcionando de manera óptima. Esto se hace aún más evidente durante la tercera edad cuando los requerimientos de agua deben ser superiores.
Algunas personas, debido a la reducción de la capacidad vesical, reducen el consumo de agua para reducir las visitas al baño. Sin embargo, la deshidratación en personas mayores se ha determinado como uno de los factores de riesgo de mayor atención.
Los procesos cognitivos, el funcionamiento del sistema circulatorio y la reducción de enfermedades cardiovasculares está estrechamente ligado a una correcta hidratación. Asimismo, los procesos degenerativos y enfermedades como el Alzheimer y Parkinson, pueden reducirse con una hidratación adecuada.
No obstante, el consumo de agua debe obedecer a una serie de parámetros de seguridad alimentaria. El consumo de agua potable, hervida o embotellada es fundamental para evitar el riesgo de contraer enfermedades parasitarias, gástricas o intestinales.
La llegada de la vejez no debe ser sinónimo de debilidad, enfermedades o problemas de salud. Con una correcta vigilancia de una alimentación balanceada, saludable y segura, así como rutinas de ejercicios constantes, son cruciales para mantener un buen estado físico. La visita regular al médico y una buena higiene general, son parte de los factores que se suman a hacer de la vejez, nuestra edad dorada.