La esperanza media de vida ha aumentado considerablemente en la mayoría de los países desarrollados del mundo, y el mundo en desarrollo se está recuperando rápidamente. Por primera vez en la historia, la mayoría de las personas que nacen ahora pueden esperar vivir siete, ocho, nueve o más décadas. Este logro cambia no sólo la trayectoria de las vidas individuales, sino también la forma de las sociedades: Los adultos de 60 años o más son ahora el segmento de más rápido crecimiento de nuestra población.
Este logro da lugar a nuevas cuestiones importantes: ¿Qué queremos hacer con 30 años más? ¿Cómo debemos, como individuos y como sociedad, dar forma a la trayectoria de nuestras vidas más largas? ¿Podemos diseñar una trayectoria que mejore el bienestar y las oportunidades de las personas de todas las edades? ¿Deberíamos estar diseñando nuevas políticas sociales que fomenten estas oportunidades? ¿Cómo preparamos a los jóvenes para una vida más larga y cómo podemos responder a estas preguntas de manera que sean beneficiosas para todas las generaciones?
Desafortunadamente, en lugar de evocar la celebración o la innovación, la noticia de nuestra mayor esperanza de vida está generando temor y angustia entre las personas y preocupación entre los encargados de formular políticas. Las preguntas que se plantean con más frecuencia no son las mencionadas anteriormente, sino éstas: ¿Podemos permitirnos todas estas personas mayores? ¿Acabarán con nuestra sociedad o rescatarán el futuro de nuestros hijos y nietos?
La verdad es que hemos creado una nueva etapa de la vida pero aún no hemos visualizado su propósito, significado y oportunidades, y el espacio se está llenando con nuestros miedos.
Desafortunadamente, los estereotipos negativos son mucho más comunes que las imágenes positivas, de hecho, de acuerdo con algunos investigadores, el envejecimiento es más generalizado en nuestra sociedad que los estereotipos negativos basados en el género, la raza o la orientación sexual. Nuestras actitudes negativas hacia el envejecimiento nos ciegan ante el hecho de que millones de personas mayores son robustas, activas, funcionales, experimentadas, capaces y talentosas, y que quieren seguir participando y contribuyendo. Sin embargo, aún no hemos creado las estructuras sociales, los roles y las instituciones para capitalizar nuestro éxito en añadir años a la vida, también añadiendo vida a los años.
Para desarrollar exitosamente políticas y programas que sirvan a múltiples generaciones, necesitamos analizar los problemas a través de un lente sobre el envejecimiento que reconozca el valor y las metas de los adultos mayores experimentados, diseñe los beneficios colaterales y el impacto sostenible, y mida los resultados correctos para asegurar una evaluación precisa. Estos tres principios pueden aplicarse a una amplia gama de cuestiones sociales. Considera, por ejemplo, la cuestión del empleo de los adultos mayores. Muchos adultos mayores quieren, y muchos necesitan financieramente, continuar trabajando en alguna capacidad.
Hoy en día, los adultos de 55 años o más son el segmento de la fuerza laboral de más rápido crecimiento. Pero en lugar de ver esto como una oportunidad potencial para el crecimiento económico, mucha gente teme que más adultos en la fuerza laboral bloqueen las oportunidades que buscan los jóvenes.
Una mayor participación de la fuerza laboral generará ingresos adicionales disponibles e ingresos fiscales, lo que a su vez impulsará la economía de consumo y mejorará simultáneamente la viabilidad de la Seguridad Social.
Los trabajadores mayores suelen ofrecer una fuerte ética de trabajo, tienen menos probabilidades de estar ausentes que los empleados más jóvenes, y también reflejan el mercado de consumo de más rápido crecimiento.
La verdad es que todavía no sabemos lo que puede ser esta nueva etapa de la vida, pero el primer paso es cambiar la lente a través de la cual vemos el envejecimiento y desafiar nuestras suposiciones estereotipadas.
Una señal muy esperanzadora para el futuro es que los líderes de muchos campos están empezando a reconocer que el aumento de la longevidad es un cambio de juego para todos los sectores de la sociedad.