Luis Calderita cuenta que podría ponerse en la puerta de su colegio, el Ceip Prácticas, y acertar el nombre de prácticamente todos los alumnos. El reto no es poca cosa porque este centro, en el corazón de la ciudad, reúne a unos 430 alumnos de tres a 12 años. Parece un gigantesco 'Quién es quién' que él resuelve con soltura. Calderita se jubiló hace ya casi tres años pero sigue siendo maestro. Eso sí, sin sueldo y con horarios relajados, "voy cuando hace falta", recalca. Es uno de los cuatro docentes que en la ciudad ejercen de profesores voluntarios jubilados, una figura aprobada por la Junta de Extremadura en el año 2012 y que trata de aprovechar la experiencia de personas con décadas de horas de aula a sus espaldas. Esta colaboración se solicita a la Dirección General de Personal Docente, la tiene que aceptar el director del centro y contar con la aprobación del Consejo Escolar.
Calderita tiene una teoría propia. "Igual que los niños de tres años tienen que hacen el periodo de adaptación, yo estoy haciendo el periodo de desadaptación, voy poco a poco, de golpe me dio miedo desvincularme, son muchos años, dije: a ver si me va a dar el bajón". Implicado en las ligas de fútbol escolar y en la biblioteca, entre otras cosas, no tiene horarios fijos. "No dirijo ni estructuro nada, yo colaboro", discrimina. Lo que no perdona es un viaje. "Me gusta mucho salir, a veces me voy fuera". ¿Ejercer de voluntario es quedarse con la parte más agradable de la docencia? "Nuestra profesión no tiene nada desagradable, es estar con niños y niñas", subraya este profesor de 63 años con 37 de vida profesional entre tizas y cuadernos.
Ligados a la biblioteca y a los clubes de lectura de los centros en los que se jubilaban están Antonio Tejero y Carlos Carabias, de los colegios públicos Castra Caecilia y Nuestra Señora de la Montaña. Tejero aborda su segundo año de voluntariado. "He estado 41 años dando clases, me jubilé a los 64 y me dedico a colaborar en lo que siempre he trabajado, llevo más de 20 años trabajando en bibliotecas escolares y en la lectura en el aula, ahora llevo un taller de lectura con el alumnado de sexto", expone. Su trayectoria profesional le ha permitido tocar muchos palos. Fue profesor especialista de Inglés, tutor de distintos grupos, director del colegio Miralvalle de Plasencia durante 12 años, y director general de calidad y equidad educativa de la Junta de 2007 a 2011. Tras esta etapa volvió a sus orígenes como tutor de quinto y sexto curso. "Quizás lo más satisfactorio y productivo desde el punto de vista de los colegios", indica Tejero, que cree que siendo voluntario aúna sus dos pasiones. "En primer lugar la pasión por la igualdad y en segundo lugar la pasión por la escuela". Cree que uno de los asuntos pendientes de la educación es acortar distancias entre unas familias y otras. "Hay familias que tienen una acumulación de capital cultural grande, y suelen estar en los colegios privados y concertados, y el resto de las familias que están en los colegios públicos donde hay un menor capital cultural, lo que he venido haciendo es dar un poquito de mi experiencia y buenas prácticas en lectura, pienso que ese poquito que nos quede, mientras tengamos ganas y neuronas tenemos que intentar revertirlo a la sociedad". Antonio acude al colegio un día a la semana para su taller. "Estamos utilizando Librarium (una plataforma digital de la Junta), pero no solamente la biblioteca digital, porque en Primaria se necesita mucho más que pantallas, hay que trabajar el libro en papel, mi experiencia me demuestra que hay que trabajar en los dos campos".
Estos colaboradores van uno o varios días a la semana a sus antiguos centros Para desarrollar este perfil tienen que estar de acuerdo la dirección del colegio y el Consejo Escolar
Perspectiva
Su perspectiva y su mirada sobre la educación ha cambiado. "Sales de la escuela y ves más claramente que antes que los problemas que la sociedad tiene los lleva a la escuela y en no pocas ocasiones lo que la sociedad es incapaz de solucionar se le encomienda a la escuela".
Carlos Carabias se estrena este año en estas tareas voluntarias en el colegio Nuestra Señora de la Montaña, en donde ha estado los ocho últimos años, como tutor de cursos de 1º a 4º curso. "Esta última etapa ha sido un trabajo intenso, en los colegios de Cáceres hay muchos niños por aula, es el final de la vida académica y aunque se tiene mucha experiencia, las fuerzas no son las mismas", reconoce. "He estado 37 años en educación, con una primera etapa de pueblo en pueblo, después de once años me dieron la plaza definitiva en un centro de profesores como asesor de formación, luego fui director". Tenía claro que se quería jubilar, pero le seducía seguir ligado. "Siempre me ha gustado mucho la escuela, no quería pasar de 100 a cero, hay mucho tiempo para estar jubilada no quería cerrar del todo esta etapa", señala. Igual que Tejero va un día a la semana y está dentro del equipo de biblioteca.
También se acaba de estrenar José María Rodríguez, que es el único profesor voluntario de instituto de Cáceres. Acude al IES Ágora (en donde fue profesor del Ágora durante 19 años) todos los miércoles, además de otros días en los que se le necesita. "Estoy ayudando a la persona que ha cogido el cargo que yo tenía como colaborador de los proyectos internacionales". El motivo que le impulsó a continuar fue echar una mano a su compañero. La experiencia, 100% positiva. "Lo veo muy cómodo, voy al instituto a hacer un trabajo que domino y me entretiene y no tengo el agobio de corregir exámenes, es un plan totalmente distinto, se lo recomiendo a cualquiera".
Fuente: Hoy