A medida que crecemos vamos adquiriendo mayor autonomía e independencia. Sin embargo, en los últimos años, mantener esa emancipación se convierte en la clave. El hecho de que podamos ser autónomos y realicemos desplazamientos nos facilita la consecución de una vida plena. Por eso, cuando llegamos a tercera edad, debemos disponer de los recursos suficientes para poder movernos y llevar unos hábitos normalizados en nuestro día a día.
Para mantener la autonomía e independencia, la movilidad urbana es una condición necesaria. Porque cuando los mayores dejan de salir de casa, pierden oportunidades de desarrollar sus inquietudes y se deteriora su salud física y psicológica. Por eso, el hecho de poder conducir, coger un taxi, un tren o un autobús dan respuesta a esa movilidad que nuestros mayores tanto necesitan.
Porque promover y fomentar la movilidad urbana es una inversión social, que impacta en la autonomía e independencia de este grupo de población.
Nuestros mayores y las ciudades
El planeta está experimentando fuertes cambios geográficos. En muchos países se ha reducido considerablemente el porcentaje de jóvenes y han aumentado los sectores de edad avanzada. Por otra parte, cada vez es más habitual que los mayores tengan una mejor salud y mantengan intactas muchas capacidades, queriendo vivir como desean.
Un contexto del cual partimos y que no deja de ser importante. Ya que es necesario tener en cuenta que, hasta ahora, las ciudades han sido pensadas para los coches privados y diseñadas para personas sin problemas físicos ni psíquicos. Ciudades, que han sido fragmentadas según las actividades a realizar: trabajo, vivienda, ocio, etc.
Sin embargo, los comportamientos de los mayores como conductores y peatones están impulsando la necesidad de implantar un nuevo modelo de ciudad donde el peatón sea el protagonista y se fomente un envejecimiento saludable y activo. Por esa razón y, como la población cada vez es más longeva, la Organización Mundial de la Salud ha remarcado la importancia de avanzar hacia urbes pensadas para caminar, que sean seguras y en las que sea posible cubrir a pie las necesidades cotidianas de las personas.
En definitiva, “ciudades amigables”, que cuiden de la salud, fomenten la participación y promuevan la seguridad.
Servicios y facilidades para usar el transporte público
En el caso de España, a partir de los 65 años, los autobuses urbanos, interurbanos y trenes ofrecen descuentos y tarjetas específicas dirigidas a este colectivo para que puedan acceder a mejores tarifas. Por otra parte, la mayoría de las comunidades autónomas ofrecen estas ventajas y promueven junto con las empresas de transporte, rebajas y abonos en hoteles y balnearios para los aficionados a viajar.
En cuanto a los servicios de asistencia para mayores, en las estaciones de tren, autobús y aeropuertos existen servicios gratuitos que facilitan el traslado de equipaje y la movilidad en el caso de los viajeros en sillas de ruedas. Para las personas dependientes que necesitan desplazarse en silla de ruedas encontramos que cada vez hay más vagones de tren adaptados y autobuses urbanos que disponen de plataformas elevadoras que facilitan el acceso. Además, cada vez más ciudades conceden licencias para taxis adaptados a personas con movilidad reducida que se desplazan en silla de ruedas.
Por último, cabe mencionar que las personas que acuden a centros para mayores suelen disponer de un servicio de transporte adaptado, para el desplazamiento desde el domicilio hasta el propio centro.
Debemos promover un envejecimiento activo y saludable
Conducir es una de las habilidades que confiere mayor autonomía y movilidad a una persona. Como conductores, a medida que nuestros mayores cumplen años, van perdiendo reflejos y agudeza visual, se cansan más en trayectos largos y prefieren conducir de día. Además, cuando usan determinados medicamentos sus capacidades se ven afectadas.
Por eso, si queremos que nuestros mayores conduzcan de forma segura, es importante que los médicos certifiquen sus aptitudes, acudan a ellos de forma previa a Centros de Reconocimiento de Conductores (CRC), se mejoren los CRC y se unifiquen las normas que validen las aptitudes de conducción.
Tampoco debemos olvidar que conducir supone una constante toma de decisiones y que las personas, a medida que van perdiendo capacidades debido al paso del tiempo, se vuelven más vulnerables y asumen más riesgos.
Por esa razón, si queremos envejecer de forma activa y saludable es necesario lograr entornos amigables que faciliten tanto la movilidad a pie como el uso del transporte público.
Cumplir años no implica tener que dejar de lado los viajes o los desplazamientos. Ni necesariamente perder autonomía o movilidad porque disponemos de numerosas opciones para desplazarnos y hacer uso de los medios de transporte de los que disponemos.
Y aunque el grado de movilidad condiciona nuestras posibilidades de desplazamiento, en la actualidad, tenemos a nuestro alcance múltiples oportunidades para llevar una vida autónoma e independiente.
Fomentar y prolongar la autonomía e independencia de los mayores, es esencial facilitar su desplazamiento para que salgan de casa y mantengan sus intereses, motivaciones y aprovechen las oportunidades de crecimiento personal que surgen con la interacción social.
Porque cumplir años es un logro.